Centenares de robots empezaron este jueves su particular Mundial en la ciudad holandesa de Eindhoven, una competición que reúne a 2 500 universitarios de todo el mundo.
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Los primeros partidos de la RoboCup, antes de que el domingo se conozcan los ganadores en cada categoría, están siendo muy disputados. Es el caso de un robot de tamaño mediano que acaba de recibir una tarjeta amarilla por haber intentado robarle el balón a su adversario holandés después del silbido del árbitro.
Agrupados de cinco en cinco, este tipo de robots parecen taburetes al revés y tienen ruedas multidireccionales para poder dirigir el balón. Encima llevan una torre con una cámara y un espejo que les permite ver todo lo que pasa a su alrededor.
Una vez empezado el partido los robots son autónomos mientras sus nerviosos creadores siguen el encuentro desde el banquillo. Los robots comunican entre sí vía wifi y, gracias a un programa informático creado por los universitarios, pueden analizar el juego y decidir por su cuenta si hay que atacar o pasar el balón a un compañero.
En otro de los partidos, los contrincantes son humanoides de color blanco de unos treinta centímetros de altura.
Bajo el techo de la gran sala de deportes de Eindhoven han sido instalados diez terrenos de juego para disputar partidos en seis categorías de robots, entre ellos los humanoides (talla grande o pequeña) y los de tamaño mediano, como los que han traído universitarios holandeses y alemanes.
Un equipo profesional en 2050
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Uno de los objetivos de la RoboCup es conseguir reunir antes de 2050 un equipo que pueda competir con los campeones del mundo del fútbol profesional, “igual que Messi”, asegura lleno de esperanza un chileno que participa en el evento.
Para conseguirlo los robots tendrían que ser de tamaño humano con capacidad para manejar el balón con los pies, la cabeza o el pecho y para hacer pases y marcar.
“No sólo se trata de fútbol sino de la tecnología que hay detrás de los robots”, dice a la AFP Dan Padilha, de 21 años, un estudiante australiano de ingeniería.
“La idea es que esta tecnología pueda usarse en otras industrias, como la comunicación vía wifi entre los robots”, explica.
La RoboCup también experimenta en otros campos, como las tareas de salvamento, con robots capaces de desplazarse en zonas difíciles, abrir puertas, subir escaleras o identificar a víctimas de una catástrofe natural gracias a una cámara térmica.
Para ponerlos a prueba, varios muñecos están repartidos en una zona llena de obstáculos que representa el lugar de una catástrofe natural.
“Todavía nos harán falta años antes de poder utilizar este tipo de robots en una situación real”, explica a la AFP el responsable austriaco de este tipo de robots, Raimund Edlinger.
“Pero es un buen ejercicio para desarrollar los mejores robots y también para los que los manejan”, añade, mientras mira las pantallas donde aparece toda la información recogida por las cuatro cámaras de sus pupilos.
De vuelta al campo de fútbol, donde juegan los humanoides, se oyen los aplausos del equipo de la universidad de Amsterdam. “Acabamos de ganar dos a cero. Vamos a ver qué pasa en la final del domingo pero tenemos madera de campeones”, dice uno de los universitarios.