La australiana Chloe McCardel abandonó su empeño en cruzar a nado los 170 km que separan a Cuba de Florida, sureste de Estados Unidos, tras una picadura de medusa que puso fin a su deseo de marcar un récord mundial y acercar a dos países distanciados por causas políticas.
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“El intento de McCardel ser la primera persona en recorrer a nado sin escalas la distancia entre Cuba y Estados Unidos, sin una jaula de tiburones, ha terminado prematuramente después de 11 horas debido a una grave picadura de medusas que la debilitó”, dijo la noche del miércoles su portavoz Tim Stackpool a la AFP en un correo electrónico.
“Chloe se encuentra ahora en una de las embarcaciones de apoyo se dirigen a Key West (Florida). Ella pasará las próximas 24 horas recuperándose antes de decidir sobre sus planes de cara al futuro”, agregó.
McCardel emprendió su travesía sin jaula protectora, en aguas plagadas de tiburones, y teniendo como únicas indumentarias su bañador negro, un gorro de goma y anteojos de baño, sin aletas. Antes de partir, su marido, Paul, le cubrió el cuerpo con una crema protectora.
La nadadora de 29 años alcanzó a recorrer unos 20 km, a una velocidad promedio de 3,7 km/h.
Su propósito era llegar a Cayo Hueso tras unas 60 horas y convertirse en la primera persona en cruzar nadando el estrecho de Florida, empeño en el que han fracasado otros deportistas en los últimos años.
McCardel partió en la mañana del muelle del Club Hemingway, donde ondeaban una bandera cubana y otra australiana, en un automóvil convertible Chevrolet de 1954 de color rosado.
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Un catamarán y dos kayaks acompañaron en su travesía a la rubia deportista.
Tres razones para buscar un récord
McCardel, quien comenzó a nadar a los 10 años y desde los 11 es vegetariana, conquistó en dos ocasiones (2011 y 2012) la copa Sotiraki, de la Channel Swimming Association, otorgada a la mujer que cruzó más rápido el Canal de la Mancha, entre Gran Bretaña y Francia.
El martes, en una conferencia de prensa, explicó que tenía “tres razones” para llevar a cabo el “gran desafío” de cruzar el estrecho de Florida, entre ellas alentar la amistad entre Estados Unidos y Cuba, que carecen de relaciones diplomáticas desde 1961 y tienen frecuentes disputas políticas.
“En primer lugar, porque (cruzar el estrecho de Florida) es un récord mundial. Es un 50% más que la distancia más larga nadada hasta ahora por un nadador” y “la segunda es que quiero alentar una gran relación de amistad entre Cuba y Estados Unidos, y mostrarle al mundo qué bonitos son el país (la isla) y su gente”, dijo.
“La tercera razón es también muy importante. Lo voy a hacer contra el cáncer”, apuntó la nadadora, tras señalar que su madre superó un cáncer de mama cuando ella tenía 14 años y que tiene la “aspiración de ayudar a todos los que padecen esta enfermedad”.
Varias nadadoras han intentado completar infructuosamente este estrecho. La más reciente fue la estadounidense Diana Nyad, de 63 años, quien abandonó su cuarto intento de cruce el 21 de agosto de 2012, tras luchar más de dos días en el mar contra las tormentas, la hipotermia y las medusas.
Siete semanas antes había abandonado el mismo intento la británico-australiana Penny Palfrey, de 49 años, tras 40 horas en el mar.
La australiana Susan Maroney es la primera y única persona que ha logrado cruzar el estrecho de Florida, en 1997 cuando tenía 22 años, pero lo hizo protegida por una jaula antitiburones.