POR VERÓNICA KLINGENBERGER – Periodista
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Por Dios y por la plata. En ese clásico lapsus freudiano del año 2000, el entonces electo legislador Gerardo Cruz Saavedra (Perú Posible) reveló las dos grandes rémoras del Estado peruano: iglesia -con su plan antiderechos- y corrupción -con su incesante saqueo formal e informal-. Así como urge extirpar la primera -seamos por favor ese Estado laico de verdad-, necesitamos también sacudirnos de una vez por todas de la Gran Empresa, entendida como la solapada dictadura de los holding más poderosos del país.
Dionisio Romero Paoletti, presidente directivo de Credicorp y del Grupo Romero, confesó haber entregado 3 millones 650 mil dólares a la campaña presidencial de Keiko Fujimori en el 2011, además de otros 450 mil dólares para el 2016. El fundador del Grupo Gloria, Vito Rodríguez, declaró un aporte de 200 mil dólares en efectivo a Keiko Fujmori para el mismo 2011. Ningún aporte fue registrado en la ONPE y por eso el equipo de investigación de Lava Jato los llamó a declarar. Otras empresas como Alicorp, Volcan, Minas Buenaventura y entidades como Capeco declararon haber donado plata a la Confiep para la creación de una campaña a favor de la economía de mercado y la inversión privada.
Trabar la competencia y abusar del poder son delitos que los gobiernos de turno han promovido por años debido a favores previos bajo la mesa. Te dicen que todo lo hicieron para proteger el actual modelo del libre mercado y que el cuco es el chavismo (nadie niega que es un monstruo), pero ocultan a otro cuco, a ese que con tal de asegurar utilidades millonarias es capaz de financiar un partido donde el secretario general es narco. ¿Te acuerdas cuando FP buscó eliminar octógonos para favorecer a productos de Gloria y el Grupo Romero? ¿Y así quieren que sigamos confiando en ese modelo?
Eso pasó hace apenas unos días. Hoy la mafia se reorganiza para las próximas elecciones congresales, la CADE anuncia a Martha Chávez y Raúl Diez Canseco para que den cátedra sobre democracia e institucionalidad y a María Isabel León, presidenta de Confiep y pata de Keiko, se le escapa que ellos no son responsables de ‘todos’ los actos de corrupción del país. El gobierno, por su parte, brilla por su ausencia. Vizcarra y su equipo no han concretado ni una sola reforma.
En el 2011 existía una ley que estipulaba que los aportes privados no debían superar las 120 UIT (el valor en soles establecido por el Estado para determinar impuestos, infracciones, multas, etc). El problema es que esa ley no dejaba claras las sanciones para quien no la cumpliera. Ahora sabemos que uno de los empresarios más poderosos del país -ese calvito bacán que le dice a su team, cual gurú monse, que los salvó de la crisis del chavismo cuando Humala ya había roto palitos con Chávez- llevaba personalmente maletincitos con medio millón de dólares a la candidata anaranjada. Pero acá no pasa nada. Ni las disculpas del caso. A ese grado de megalomanía psicópata llegan.
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¿Qué propuestas hay para que empresarios y políticos se comporten con transparencia? Ninguna. Se sigue hablando de ideales. Mientras tanto, dicen los entendidos, las acciones de Credicorp siguen subiendo aunque los beneficiados de ese gran modelo que está por destruir al mundo sigan siendo cuatro chimpancés alfa con terno sentados en un directorio a quienes recomiendo tercerizar (outsourcing, para que me entiendan) su percepción de la realidad. En fácil: en Condorito los hubieran dibujado con espirales en los ojos.
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