Por: Luis Carlos Arias Schreiber
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A fines del siglo pasado, tan lejano como suena, Mario Michelena (Lima, 1971) decidió dejar el Perú para seguir su vida académica -cursos de maestría y doctorado en literatura- en Estados Unidos. Durante dos años en Los Ángeles, y luego en Nueva York, de hecho, preparó una tesis sobre los relatos de la violencia política en el Perú. Allí está, inconclusa. El bilingüismo lo llevó por otros caminos: los del intérprete.
Hace más de diez años trabaja para la Corte Federal de Brooklyn, en Nueva York, traduciendo al castellano cada sentencia, testimonio, alegato, objeción y vuelo de mosca que involucre a un imputado o testigo hispanohablante durante el juicio. Allí se ha sentado en el juzgado codo a codo con delincuentes de todo tipo para traducir sus infiernos: asesinos, ladrones, violadores, narcotraficantes… Manuel Burga y el Chapo Guzmán. Del presidente de la Federación Peruana de Fútbol supone que hablaba muy bien inglés o le importaba muy poco su propio caso, porque apenas si se ponía los audífonos. Not guilty nomás. Al capo mexicano de la droga lo une un vínculo estrictamente profesional: se saludan, traduce y se despiden correctamente en estas etapas preparatorias del juicio, que empezará en setiembre próximo. Nada personal, felizmente.
Esa experiencia de intérprete y de conocer a gente con historias tan extremas le ha valido a Michelena para regresar a la literatura. Lo hizo hace tres años con su primera novela, Las esquinas redondeadas (Estruendomudo) y vuelve ahora con los cuentos de Uno nunca sabe por qué grita la gente (Chatos Inhumanos), no tanto porque sus historias transcurran en medio de procesos judiciales -que no es necesariamente el caso-, sino por su interés en interpretar a personajes que podrán ser extraordinarios o no, pero a los que quiere ver en su cotidianeidad.
‘Creo que soy un escritor de personajes, que no son ni buenos ni malos, de personajes ambivalentes, que en cierto momento de sus vidas deben atravesar un pasaje, renunciar a algo, tomar una decisión de intervenir o no’, dice Michelena, que este mes ha venido a Lima y presentó su última publicación el martes pasado en la Feria del Libro. ‘Me interesa saber qué pueden sentir esos personajes, ¿qué han dejado atrás, a qué han renunciado, qué sienten al hacer lo que hacen, qué piensan cuando están a solas? Me interesa, sobre todo, su día a día y rescatar esa textura de la cotidianeidad’.
Uno nunca sabe por qué grita la gente reúne cuatro cuentos largos; el tercero de ellos le da el título al volumen. En él hay dos personajes centrales: el intérprete de un tribunal que cree ya haberlo visto todo, sarcástico y desencantado, y un extraño matón ciego e hispano, un hombre repugnante y vulnerable envuelto en líos de paternidad, al que debe traducir y asistir en su juicio.
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Los otros cuentos son Día de la madre -las reflexiones de una madre hispana, que deja a dormir a su hija en la casa de una amiguita y se las termina llevando a las dos porque siente que hay algo que está muy mal-; El colchón -la historia de un hombre que se ha recuperado de un trauma familiar y que en plena mudanza a otro país debe deshacerse de un colchón que le recuerda a su padre-; y Peinados de antaño -de cómo una asistenta legal dominicana se involucra con la hija adolescente de una reclusa colombiana, que ha dejado de colaborar con la justicia porque la chica ya no la quiere ir a ver en la cárcel-.
‘Mis cuentos no transcurren tan rápido, como el día a día, van hilando la construcción psicológica de los personajes. Me gusta crear la atmósfera, no ir al punto, busco un realismo mimético, lentito y sutil’, explica Michelena. ‘Hay cierto humor, me gusta que los personajes cuenten chistes, si son malos, mejor. Pero no son cuentos humorísticos en el sentido de que no hay gags, no hay situaciones desopilantes.Hay también mucha experiencia bilingüe en estos cuentos, no podrían haber sido escritos desde el Perú. Aunque no se establece claramente dónde transcurren las historias, se escriben y leen en español, pero se sabe que lo que se cuenta se dio en inglés, por momentos entra por ahí alguna frase en inglés. Soy un intérprete, pues’.
DATOS:
- Uno nunca sabe por qué grita la gente ha sido editado por Chatos Inhumanos, editorial independiente de textos de literatura escritos en castellano en Estados Unidos.
- El libro se puede comprar a un precio especial de S/45 en la Feria del Libro de Lima (FIL). Se encuentra en el stand 112 de El Aleph.
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