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Navidad: ¿qué significado tienen el buey y la mula en el nacimiento?

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El mundo ya vive la Navidad. Las familias se reúnen en noche buena para compartirán un momento especial, algunos rezan por el nacimiento de Jesús, hacen peticiones por los suyos y disfrutan de un banqueta para luego pasar un momento íntimo junto al pesebre, o portal de Belén.

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La representación del nacimiento de Cristo es la costumbre más importante de las festividades navideñas porque a través de él se representa el acontecimiento que dio inicio a la era cristiana, con la llegada del Salvador. Para los cristianos, celebrar el nacimiento de Jesús es uno de los momentos más significativos dentro de su fe. Es la trasformación del “verbo” en carne.

Este símbolo está representado por figuras en miniatura del Niño Jesús, la Virgen María y San José; como personajes principales. Algunos también ponen a los Reyes magos (Gaspar, Baltasar y Melchor, que simbolizan la sabiduría y son los que revelan la naturaleza divina de Jesús) y dos animales:** el buey y la mula.**

Entonces, ¿Qué significan el buey y la mula en el nacimiento?

El significado podría remontarse a los inicios de esta tradición cuando San Francisco de Asís decidió crear una representación del nacimiento de Jesús en la Navidad de 1223. Francisco se encontraba en el pueblo de Greccio, Italia; estaba muy enfermo y pensando que tal vez aquella sería su última Navidad en la tierra, quiso celebrarla de una manera distinta y muy especial. Por ello en la misa por la festividad realizó un nacimiento con la participación de los pobladores y de los animales.

Thomas de Celano, el primer biógrafo de San Francisco de Asis, cuenta que el santo dijo aquella oportunidad: “Desearía provocar el recuerdo del niño Jesús con toda la realidad posible, tal como nació en Belén y expresar todas las penas y molestias que tuvo que sufrir en su niñez. Desearía contemplar con mis ojos corporales cómo era aquello de estar recostado en un pesebre y dormir sobre las pajas entre un buey y la mula”.

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¿Desde cuándo el buey y el asno forman parte de la representación del pesebre o nacimiento? (Foto: MorgueFile)

Desde entonces, un buey y un asno forman parte de la representación del pesebre o nacimiento.

De acuerdo con la costumbre, la mula en el pesebre representa el animal más humilde de la creación, y el buey mantiene la misión de mantener caliente con su aliento la cuna del niño Jesús.

Y aunque los relatos de la Navidad del nuevo testamento no nos narran nada acerca de esto, el buey y la mula no son simples productos de la fantasía; se han convertido, por la fe de la iglesia, en la unidad del antiguo y nuevo testamento, en los acompañantes de las celebraciones navideñas.

En algunos pasajes bíblicos hablan sobre estos dos animales: “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo, pero Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento” (Isaías 1,3).

Cabe mencionar que ambos animales eran como los símbolos proféticos tras los cuales se oculta el misterio de la iglesia católica. La iglesia señala que las personas son buey y mula frente a lo eterno, buey y mula cuyos ojos se abren en la nochebuena para reconocen a su Señor.

¿Qué dice realmente el libro de Joseph Ratzinger sobre el buey y la mula?

El libro de Joseph Ratzinger (Benedicto XVI entre 2005-2013) había generado controversia hace algunos años luego que medios de comunicación internacionales señalaran que en sus escritos Ratzinger negaba la existencia del buey y la mula en el pesebre. Sin embargo, pronto se supo que fueron malas interpretaciones de las palabras del religioso.

Lo que Ratzinger realmente escribió fue una cita de lo que dice Isaías sobre ambos animales en el nacimiento de Jesús.

“El pesebre hace pensar en los animales, pues es allí donde comen. En el Evangelio no se habla en este caso de animales. Pero la meditación guiada por la fe, leyendo el Antiguo y el Nuevo Testamento relacionados entre sí, ha colmado muy pronto esta laguna, remitiéndose a Isaías 1,3: ‘el buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no comprende’”, escribió Ratzinger en su libro “La Infancia de Jesús”.

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