Londres. Para los defensores de un Brexit puro y duro en el seno del Partido Conservador de la primera ministra británica Theresa May, solo hay una forma de salir de la Unión Europea: una ruptura total cualesquiera que sean sus consecuencias.
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Por lo tanto, ni se plantean aceptar el compromiso alcanzado por Theresa May con Bruselas, que será sometido a la votación de los diputados el 11 de diciembre.
Dicen ser un centenar, más que suficientes para tumbar el acuerdo de la primera ministra, que tiene una corta mayoría de una decena de escaños contando con el más que dudoso apoyo de su aliado norirlandés DUP.
Ya intentaron hacerla caer reuniendo cartas de censura, aunque no lograron alcanzar el número necesario y ahora se declaran dispuestos a reincidir si el parlamento rechaza el acuerdo.
Según estos euroescépticos, o incluso eurofóbos, el acuerdo, que prevé un mantenimiento provisional de Reino Unido en la unión aduanera europea, es sinónimo de obligación a seguir aplicando las reglas dictadas por Bruselas y constituye una traición al voto de los británicos a favor de abandonar la UE en el referéndum de junio de 2016.
El exministro conservador de Relaciones Exteriores Boris Johnson, uno de sus principales abanderados, calificó el texto de “humillación nacional que convierte el Brexit en una burla”, en el inicio de los cinco días de debates parlamentarios previos a la votación.
Su preocupación se agravó después de que los informes legales que el gobierno se vio obligado a publicar mostrasen que existe un riesgo de que el país quede indefinidamente atrapado en las redes europeas debido al llamado “backstop”, o “red de seguridad”, destinado a evitar una frontera dura entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
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Steve Baker, miembro del grupo de diputados conservadores euroescépticos ERG, afirma que el país “no debería tener miedo a salir sin acuerdo” de la UE.
– “Fanáticos” – El líder del ERG, Jacob Rees-Mogg, considera por su parte que un Brexit sin acuerdo daría incluso un empuje a la economía del país pese a las sombrías previsiones de los economistas y del Banco de Inglaterra y de las reiteradas advertencias de los medios empresariales británicos.
“Es un posicionamiento que va más allá de lo racional, es ideología, prejuicios, ‘salimos y conseguimos lo que podamos’”, dice a la AFP Pascale Joannin, directora general del centro de reflexión proeuropeo Robert Schuman. “Pero vemos que no logran hacer una contrapropuesta”, agrega.
En opinión de Nick Wright, especialista de política europea en el University College de Londres, “algunos fanáticos pro Brexit del ERG anteponen la salida de la UE a todo lo demás, incluida la lealtad hacia su partido”.
Nick Cohen, editorialista del semanario The Observer, ve en la actitud del ERG una lógica muy política.
“Nunca han ocultado que ambicionan recortar la protección social de los trabajadores”, escribe.
“Salir de la UE puede permitirles concretar su sueño”, agrega, recordando que David Davis, exministro del Brexit y partidario de una salida clara y neta, defendía en 2016 la posibilidad de que un Reino Unido extracomunitario hiciese la competencia al bloque europeo ofreciendo “impuestos más bajos, una regulación más flexible y otros importantes incentivos”.
Pero esta posición tiene sus riesgos: si los diputados rechazan el acuerdo de May, el Partido Laborista, principal fuerza de oposición, tiene la clara intención de aprovecharlo para intentar que se convoquen elecciones generales anticipadas, con el esperanza de volver al poder tras ocho años de gobiernos conservadores.
Por su parte, todos los eurófilos del espectro político, también los conservadores, se preparan para reclamar un segundo referéndum que, si es organizado y en función de la pregunta que se plantease, podría desembocar en el resultado opuesto a lo que desea el ERG.
Fuente: AFP