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El 4 de marzo de 1960, La Coubre, un buque que cargaba 76 toneladas de armas y municiones belgas para la naciente revolución cubana, estalló en el puerto de la Habana. En el hecho, y tras una segunda explosión, murieron entre 75 y 100 personas. Los dirigentes cubanos calificaron el suceso como sabotaje. Al otro día, durante los funerales, se les realiza un homenaje a las víctimas. Los dirigentes principales estaban presentes. El médico argentino Ernesto Guevara, de perfil bajo, ocupaba un lugar secundario.
Alberto Korda (La Habana, 1928 – París, 2001), un fotógrafo hasta entonces dedicado a la fotografía de moda estaba allí cubriendo el acto para el diario ‘Revolución’. Por un breve momento, Guevara, con 31 años , se asomó para casi enseguida perderse en el fondo del estrado.
El instante fue aprovechado por el fotógrafo, quien solo hizo dos tomas, una horizontal otra vertical, la segunda fue posteriormente desechada. Korda describiría el momento en el libro de Jorge Castañeda ‘La vida en rojo’ (1997): ‘Me encuentro en un plano más bajo que la tribuna, con una cámara Leica de 9 mm. Usé mi telefoto pequeño y recorrí los personajes que están en el primer plano de la tribuna: Fidel, Jean Paul Sarte y Simone de Beauvoir. El Che estaba parado atrás de la tribuna, pero hay un momento que yo paso por un espacio vacío, que está en el frente de la tribuna, y de un segundo plano vacío emerge la figura del Che. Sorpresivamente, se me mete dentro del visor de la cámara y disparo. Acto seguido, me doy cuenta de que la imagen de él es casi un retrato y tiene el cielo atrás, limpio. Viro la cámara en vertical y tiro un segundo disparo. Eso en menos de 10 o 15 segundos. El Che se retira de ahí y no vuelve, fue una casualidad”.
La fotografía reconocida como una de las más famosas y la más reproducida del siglo XX en cualquier lista de cualquier ideología no fue publicada. Sin dotes de futurista —el Che no era la figura en la que se convertiría después- el editor no la eligió y la imagen permaneció inéditamente colgada en el estudio de Korda durante años. Tras la muerte del argentino en Bolivia (1967), el editor italiano Giancomo Feltrinelli utilizó la imagen en un afiche para promocionar el libro ‘El Diario del Che en Bolivia’. Vendió dos millones de posters en seis meses.
La imágen en blanco y negro perdería grises, se vería colorida, ‘pop’ y contrastada a través de Gerard Marlange, asistente del artista neoyorquino Andy Warhol y del irlandés Jim Fitzpatrick, ambas en 1968.Con soportes variados la imagen se reproduce febrilmente: pancartas, camisetas, stickers, etc.
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Hasta en un anuncio de Mercedes Benz en el 2012, que desató la ira de los exiliados cubanos de Miami, con la estrella de la boina del comandante sustituida por el símbolo de la marca. La campaña, buscaba exhortar a los propietarios de autos de lujo a que compartieran el vehículo contribuyendo a disminuir las emisiones de gases y la congestión del tránsito. La empresa se disculpó.
Korda nunca exigió derechos de autor sobre la foto excepto tras ser usada en una campaña de vodka, y donó los 50 mil dólares obtenidos a la sanidad cubana. Un original, de los pocos, fue subastada en Viena en el 2013 por 9.000 euros. Y en el 2016, el hijo del fotógrafo, Dante, vendió la histórica cámara Leica que aprisionó al guerrillero, por 18 mil euros.
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