Washington. EE.UU celebrará dentro de un mes las primeras elecciones legislativas desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca, una cita considerada como un “referéndum” para el presidente y en la que los demócratas aspiran a hacerse con alguna de las cámaras del Congreso, ahora en manos republicanas.
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Los 435 escaños de la Cámara de Representantes más un tercio de los cien asientos del Senado estarán en juego, así como más de una treintena de gobernaciones y cientos de cargos públicos a nivel estatal y local.
Los comicios se presentan como una oportunidad para las demócratas, después de la debacle de las de las elecciones de 2016, donde no solo perdieron la Presidencia, sino que los republicanos afianzaron su control en ambas cámaras del Capitolio.
Durante los últimos meses, en los que ha habido primarias, los republicanos que más victorias han logrado han sido aquellos cercanos o respaldados por el presidente Donald Trump, mientras que los demócratas han visto cómo muchos rostros nuevos, más diversos y más mujeres, han vencido para librar la batalla del 6 noviembre.
No obstante, en ningún caso se trata de fenómenos hegemónicos, sino de tendencias electorales que pueden definir el panorama después de los comicios.
El profesor de Ciencia Política de la Universidad de Iowa, Steffen Schmidt, explicó que, aunque el incremento de candidatos más a la izquierda ha aumentado frente a los clásicos en el Partido Demócrata, los primeros siguen siendo una minoría y si son elegidos tendrán que trabajar con colegas de mayor edad o más conservadores.
Este es un fenómeno similar al del llamado Tea Party en el Partido Republicano.
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“Sin embargo, la esperanza es que en muchos distritos o en algunos estados, los progresistas conecten mejor con las circunscripciones. Eso podría ayudarles a ganar asientos. Pero si alguien demasiado liberal corre en un distrito conservador, el partido perderá escaños”, agregó.
“Creo que el movimiento progresista es fuerte pero puede que no sea tan grande como esperamos”, añadió el experto respecto a la “ola azul” de la que presumen los demócratas y que, según las encuestas, parece estar provocando un inusual entusiasmo para unos comicios de “medio mandato”.
Los cálculos de la unidad de datos del diario The New York Times apuntan a que los demócratas tienen un 75 % de posibilidades de hacerse con la Cámara Baja, donde necesitan arrebatar a los republicanos al menos 24 escaños para lograr la mayoría.
Sin embargo, en el Senado la hazaña es más complicada, ya que los demócratas tienen que defender más asientos que los republicanos, y en estados especialmente conservadores.
Florida, Arizona, Texas, Indiana, Misuri y Montana son algunos de los territorios donde los sondeos entre los aspirantes están más apretados, pero, de acuerdo al mismo periódico, lo más probable es que los republicanos mantengan la mayoría en el Senado, con un 78 %.
Las gobernaciones también están controladas en su mayoría por los conservadores, y no todas están en juego en este ciclo electoral, pero los demócratas podrían igualar más la balanza y acumular un mayor poder en los cargos estatales más altos a nivel ejecutivo.
Un aspecto clave será la movilización del voto joven y de las mujeres, dos grupos que parecen estar especialmente comprometidos con estas elecciones tras la llegada de Trump a la Presidencia y sus políticas más radicales.
Asimismo, las acusaciones de acoso sexual contra el nominado para el Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh, y cómo los senadores republicanos han conducido el proceso, han caldeado aún más los ánimos en los sectores más progresistas y podrían tener consecuencias electorales.
En cualquier caso, más allá de las encuestas de aprobación sobre Trump, que apenas superan el 40 %, los comicios serán toda una prueba para la gestión del magnate, así como para el proceso de reconstrucción del Partido Demócrata de cara a las presidenciales de 2020.
Fuente: EFE