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¿Cuánto daño puede causar una cañita en el ambiente?

Alrededor de 500 millones de sorbetes son desechados cada día solo en Estados Unidos. Una cantidad suficiente para rodear la circunferencia de la Tierra 2,5 veces, según cálculos del portal The Last Plastic Straw, de la organización norteamericana Save Our Shores.

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En el Perú, no hay cifras exactas sobre el consumo de cañitas, pero basta echar un vistazo a las mesas de restaurantes, patios de comida y bares para darnos una idea.

¿Cuál es el peligro? Estos pequeños y aparentemente inofensivos elementos están hechos de polipropileno (un derivado del petróleo). Y como todo plástico, recuerda Nadia Balducci, directora de Life Out of Plastic (L.O.O.P.), no desaparece nunca; solo se desintegra en pequeños pedazos después de decenas o cientos de años.

Cada día, toneladas de cañitas terminan en rellenos sanitarios o son arrojados a los ríos y el mar.

Por eso, son ingeridas por cientos de especies marinas, causándoles enfermedades a mediano y largo plazo. ‘No hay que olvidar que nosotros mismos nos vemos perjudicados, porque al final de la cadena alimenticia, vamos a terminar consumiendo los recursos hidrobiológicos con todas esas toxinas’, explica Balducci.

El impacto más visible que pueden causar los sorbetes en la fauna se difundió en agosto del año pasado a través de redes sociales.

Los biólogos Nathan Robinson y Christine Figgener colgaron en YouTube el video del rescate de una tortuga marina en la provincia de Guanacaste (Costa Rica). El animal tenía una cañita de 10 centímetros incrustada en una de sus fosas nasales.

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‘Lamentablemente, esta es una consecuencia del mundo del plástico descartable y no biodegradable en el que vivimos. (Pero) hay una solución que recae en nuestras propias decisiones. Por favor, dile no a los plásticos de un solo uso’, escribió Robinson en su cuenta de Facebook.

¿Cómo unirnos a este llamado? A decir de Bruno Monteferri, director de Conservamos por Naturaleza, un objeto de un solo uso, que es capaz de generar contaminación por 100 o mil años, simplemente no debería existir.

‘A los empresarios de restaurantes y locales comerciales, los invoco a dejar de ofrecerlas. A los productores de cañitas, les pediría que utilicen materiales biodegradables para su fabricación. En Estados Unidos ya existen compañías que elaboran plásticos con restos de arroz y cañas de azúcar’, informa.

Y para los ciudadanos, el consejo es simple: dejemos de utilizar las cañitas.

‘Preguntémonos si realmente las necesitamos’, cuestiona Monteferri. ‘No puede ser tan difícil acostumbrarnos a tomar directamente del vaso’.

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