El Papa Francisco retornó esta noche a la Nunciatura Apostólica, en el distrito de Jesús María, donde descansará luego de cumplir una intensa jornada en Puerto Maldonado y Lima en su segundo día de visita al Perú.
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Antes de ingresar, el Santo Padre bajó de su vehículo y, en medio de una férrea seguridad, recorrió varios metros a la redonda para saludar a los fieles que desde la tarde lo esperaban con vivas y cantos en los exteriores.
En ese breve recorrido, Francisco repartió bendiciones a pequeños que le eran alcanzados por sus padres, personas con discapacidad o alguna enfermedad, adultos mayores, religiosas, entusiastas jóvenes y todo aquel que pugnaba por acercarse para por lo menos tocarle las manos.
Luego de ello, al dirigirse a la puerta de la Nunciatura, se acercó al anda de la Virgen del Rosario, patrona de Manchay, que habitantes de dicha comunidad de Pachacámac llevaron desde el sur de Lima hasta este punto para que sea bendecida.
Manchay agrupa a varios asentamientos humanos formados por los procesos migratorios de hace algunas décadas. Sus habitantes que, en gran parte provienen de pueblos de la Sierra, han encontrado en la Virgen del Rosario a la patrona que los representa.
Pocos minutos después de ingresar, Francisco salió por el balcón de la Nunciatura para agradecer la visita de todos los fieles, especialmente a quienes hicieron el esfuerzo de venir de Manchay, y de inmediato rezó el Ave María con todos los presentes, antes de despedirlos.
“Que los bendiga Dios padre todo poderoso y ahora despacito, despacito se van a sus casas a dormir, lo necesitan y la gente de los edificios también. Así que hasta mañana si Dios quiere, adiós”.
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Andina
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