Una familia rara, sin duda, pero que nunca dio motivos para llamar a la policía: los vecinos de David y Louise Turpin nunca se imaginaron que la pareja tenía confinados a sus 13 hijos.
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A nadie le pasó por la cabeza el horror que se vivía dentro de esta casa ubicada en un barrio de clase media de Perris, una pequeña localidad al sureste de Los Ángeles: la suciedad, las cadenas y candados con las que algunos de los hijos de los Turpin eran amarrados.
Muchos vecinos sienten rabia y tristeza de que algo así pasara en sus narices.
Érica Carmona, que vive a tres casas, llegó a pensar una vez que esos chicos estaban secuestrados, después de que una vez que vio a algunos de ellos con la madre.
“Delgados, tristes, como agachados, sin querer mirar, pensé que tenían una condición especial; una vez me dije ‘capaz están secuestrados’”, dijo a la AFP esta mujer de 34 años, madre de tres niños.
Pero rápidamente se respondió: “¿Cómo crees? Esa es mi cabeza volando”.
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Al conocer la historia quedó boquiabierta, pero asegura que nunca vio nada que la alarmara lo suficiente para llamar a las autoridades.
“Muchas cosas eran extrañas, pero no lo suficiente como para llamar a la policía”, coincidió Kimberly Milligan, de 50 años, que desde hace dos años y medio vive en la casa de enfrente a la de los Turpin en la calle Muir Woods. “Pensé que eran papás sobreprotectores a la décima potencia”.
“¿Crees que si hubiera sabido que algo pasaba, que había abuso, no iba a llamar a la policía?”, dijo por su parte Wendy Martínez (41).
Greg Fellows, jefe de policía de Perris, señaló en una rueda de prensa que nunca antes habían recibido una denuncia referente a la residencia de los Turpin, hoy rodeada por camiones de transmisión de televisoras y cientos de cámaras y periodistas.
“Lugar en el infierno”
Los Turpin no hablaban con sus vecinos: ni los buenos días, o un hola, o un simple saludo con la mano.
El césped de la casa está cortado, pero los vecinos dicen que alguna vez estuvo muy descuidado. Y en el estacionamiento reposan tres autos compactos y una furgoneta.
Las placas de los carros, personalizadas, tienen juegos de palabras relacionados con Disneyland, parque de diversiones en el que la familia tiene fotos publicadas en Facebook.
Al conocer la noticia, Rosenberg Salgado (42) corrió hacia la casa. Su sobrina, Elizabeth Laguna, está desaparecida desde hace tres años y llegó tener la esperanza de encontrarla.
“Como tenía gente encarcelada, me vine corriendo. Pensar que pudiera estar tan cerca de mi”, dijo sosteniendo el cartel con los datos de la muchacha, y que espera que “pueda escapar y llamar a las autoridades” como lo hizo una de las hijas de los Turpin, de 17 años, que logró escapar y comunicarse con los servicios de emergencia para denunciar la situación.
Keyla Redd (23) recuerda el pasado día de brujas. Por lo general viene a esta calle porque dice que la gente es muy amable y reparte golosinas de calidad.
Pero al pasar frente a la casa del horror, recuerda que vio a David Turpin “sosteniendo una cruz y una antorcha y diciendo a los niños que en su casa no se celebraba Halloween”.
Los hermanos Turpin, a los que Kimberly Milligan describió que estaban “pálidos como vampiros”, fueron llevados a hospitales de la zona, donde están siendo tratados por desnutrición y sometidos a otras pruebas de diagnóstico.
Y la pareja está detenida bajo sospecha de tortura.
“Hay un lugar especial en el infierno para gente como esa”, zanjó Milligan.
Fuente AFP
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