Mañana viernes por la noche, la selección peruana jugará un partido histórico. Esta primera fecha del repechaje ante Nueva Zelanda significa la mitad del boleto al Mundial Rusia, tras 36 años sin clasificar a estas competencias.
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Pese a que solemos ver fútbol con un ánimo festivo, las expectativas son muy altas y los nervios se ponen de punta. Muchos hinchas podrían estar sufriendo de ansiedad, principalmente los jóvenes que jamás han visto a su país en un Mundial. Por ello, es importante saber cómo controlar estas emociones.
‘La ansiedad es normalmente un proceso que se vive de manera individual, es una reacción ante una amenaza o una situación que se percibe como incierta. Pero el fútbol, al ser un fenómeno de masas, transmite esta ansiedad a todo un país’, explica Martha Kaik, psicóloga clínica del Instituto de Neuroestimulación de Lima (INEL).
La especialista recomienda -por muy difícil que sea- ‘mantener la calma’, sea cual sea el resultado de los partidos. De igual manera, explica, es útil informarse sobre la actualidad futbolística para saber qué esperar y reducir la incertidumbre.
‘Culturalmente, el Perú es un país futbolero. Hemos tenido una trayectoria histórica de éxitos en el fútbol, pero hace muchos años que no se da. Ahora tenemos una posibilidad cercana de llegar a la meta: un Mundial. La proximidad de ese logro genera una ilusión. Pero cuidado, eso podría llevarnos a tener expectativas poco realistas, idealizar a los jugadores o minimizar al equipo contrario, como se hizo con Colombia’, advierte.
En tal sentido, Kaik recomienda no tener una actitud triunfalista. Además, hace un llamado a los medios de comunicación a no exacerbar este optimismo excesivo y llamar a la calma a los hinchas peruanos. ‘La salida de Paolo Guerrero, ídolo y líder de la selección, ha sido una primera decepción y una fuente de preocupación para el hincha peruano. Sin embargo, la ilusión nunca se pierde. Pero siempre debe basarse en criterios acordes a la realidad’, afirma.
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Una buena recomendación es ver el partido en grupo. Esto permite hablar, gritar y liberar emociones y estrés, sobre todo si las cosas no resultan como todos esperamos. ‘El fútbol también nos une. La gente se pone la camiseta y se saluda por las calles. La identidad nacional se refresca y genera patriotismo. Ese es el lado positivo’, destaca Kaik.
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