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Mi Pequeña (gran) Ayuda, por Zoë Massey

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Caminas por la ciudad, subes y bajas escaleras; puedes llegar a cualquier sitio que te lo propongas. Puedes ver los semáforos, oír las bocinas. Tu día a día, transcurre y olvidas la suerte que tienes de poder llevarla como la llevas, tanto así que a veces te estacionas ‘5 minutitos’ bloqueando una rampa, o usas la cola preferencial que no te corresponde, el ascensor exclusivo, el asiento preferencial… todo en un ratititito con las excusas más increíbles.

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Una persona que nace con alguna discapacidad en nuestra ciudad la tiene difícil, mucho más si tiene limitados recursos económicos. Imagina un poco más allá: una persona con discapacidad, limitados recursos económicos y que vive en un arenal alejado de cualquier pista pavimentada. Ahora, haz tu panorama un poco más amplio y piensa en todo eso, sumado a nacer en un pueblo alejado de la ciudad. En Ollantaytambo por ejemplo.

Sí, ese pueblo lindo lleno de vida, turistas, pasado, historia y calles empedradas. Te creo si me dices que nunca lo habías pensado, y no está mal. Lo bueno es que desde hoy puedes saber que hay personas que trabajan por ellos y que tú también podrías ayudarlos.

Mi Pequeña Ayuda es una fundación que se formó en Inglaterra el 2007 (My Small Help), pensada como una organización que trabaja por los derechos básicos de los niños. El 2008 pasó a ser una organización de caridad, cosa que le permite recaudar fondos para poder seguir creciendo.

Hoy tiene una sede también en Nepal y desde el 2010 están en el Perú, bajo la batuta de Jessica Sánchez, quien llegó como voluntaria y ahora, después de cuatro años, es directora.

En Mi Pequeña Ayuda se brinda apoyo no solo a los niños, sino a sus familias, trabajando para desarrollar un plan sostenible de largo plazo y así evitar la cultura de la dependencia.

La fundación tiene el apoyo de voluntarios que con sus herramientas profesionales dan la mano para que este proyecto y sus diferentes programas, que involucran desarrollo comunitario, temas de educación y campañas de salud y apoyo social, sigan creciendo.

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La organización también cuenta con una casa donde cualquier viajero puede hospedarse (siempre y cuando haya cuartos libres, ya que son usualmente ocupados por los voluntarios).

Recuerdo cuando vivía en el norte. Había una escuela para niños con habilida des distintas. Muchas familias pensaban que si les nacía un hijo con autismo, síndrome de Down o alguna condición similar, era como una maldición. Algunos incluso los encerraban.

Lamentablemente, esto sigue pasando en nuestro país. Y no es ajeno a ti. Es solo que no lo conoces o no has querido verlo.

Todos nacemos con los mismos derechos, lamentablemente hay quienes no tienen las posibilidades de recibir una educación o formación que los ayude a llevar una vida normal.

En lo personal, hablar de alguien como ‘discapacitado’ me parece espantoso… habría que usar una palabra que sea menos desalentadora o estigmatizadora.

Si quieres ser parte de Mi Pequeña Ayuda, puedes hacerlo de forma presencial o a distancia. Hay muchas formas, desde donar dinero o bienes, con apoyo profesional o simplemente difundiendo su labor. Contáctalos en: www.facebook. com/MySmallHelpPeru.

Noto algo que se repite en estas columnas del Agente de Cambio, y es la decisión que tomaron estas personas de no quedarse solo diciendo ‘qué debería pasar, qué no pasa y por qué no pasa’…, sino que lo empezaron a hacer.

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