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POR ZOË MASSEYFotógrafa@ZoePix
Cuenta la historia que hace varios años Anabelí Pajuelo se fue a Lomas de Carabayllo con el grupo de teatro en el que participaba. Nunca más salió de ahí. Algo de Carabayllo la enamoró, quizá el empuje de la gente migrante, el calor del recibimiento o la energía de los chicos a los que conoció. Pero esta visita con aquel grupo se convirtió luego en un sueño que hoy se llama Puckllay, una asociación cultural y punto de cultura reconocido por el Ministerio de Cultura.
Puckllay en quechua quiere decir ‘¡juega!’. Y esa es la principal herramienta que utiliza la organización para lograr el aprendizaje, es una estrategia de vida. Esta organización está conformada por artistas, profesionales y voluntarios de diferentes disciplinas, que vienen desde diferentes puntos de la ciudad. A ellos los une el estar convencidos de su rol importante como agentes de cambio en la sociedad y usar el arte como principal lenguaje.
La escuela formada a partir de este sueño está dirigida a niños, adolescentes y jóvenes, quienes constituyen más del 50% de la población de la zona y se encuentran en situación de riesgo. Pero hoy, 12 años después de haber sido formada, es la escuela la que está en riesgo. El reto no es captar chicos: ellos llegan con energía, quieren participar y quieren ser mejores día a día. El reto, como pasa con la gran parte de proyectos de desarrollo social, es el financiamiento.
Foto: Ana Rosa Benavides y Josué Arispe Tejada
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Es una batalla constante por conseguir fondos para seguir avanzando. Lo que me pone a pensar (otra vez) ¿cómo es que todos decimos siempre que lo más importante para mejorar como país es la educación, y sin embargo, tan pocos están dispuestos a invertir en ella? Es cómodamente contradictorio quejarse, pero estar siempre esperando que alguien más lo haga. Hay que hacerlo uno mismo.
Hoy la escuela está en una especie de pausa. Están enfocándose en un taller de formación de líderes, dirigido a los más grandes y a chicos de otras comunidades. Pero Puckllay tiene una misión importante y está orientada a contribuir con la construcción de una comunidad justa, humana e integrada. Esto lo logran a través del teatro, la danza, la música, las artes plásticas, la comunicación y el circo. Sus programas no solo son de formación artística, sino humana (esto último me encanta y parece tan importante). Todos los que estamos en educación no solo deberíamos enseñar lo que el currículo nos pide, sino también a ser mejores seres humanos (recuerdo cuando les decía eso a mis alumnos el primer día de clases y la cara de ‘¿ah?’ que ponían varios).
Foto: Ana Rosa Benavides y Josué Arispe Tejada
Quizás entre algunos de los que estén leyendo esto hoy, nace la semilla de querer ayudar a que Puckllay pueda seguir adelante, soñando, jugando, formando.
Exposición venta por Puckllay Puckllay organiza por segunda vez la exposición venta de arte: ‘Trompos – Arte y posibilidad infinita’. El maestro ebanista que trabaja en la organización crea unos hermosos trompos (esculturas), que son intervenidos por diferentes artistas.
Estas piezas son vendidas y con lo recaudado se ayuda a seguir financiando este sueño de jugar. Este año se llevará a cabo en la galería del Centro Cultural Brasil Perú (Calle Atahualpa 390, Miraflores). La inauguración será el 3 de agosto a las 7.30 p.m. e irá hasta el 20 del mismo mes. No te pierdas esta oportunidad de apoyar este hermoso sueño de este hermoso grupo de personas. Revisa su website.
Entrevista a Anabelí Pajuelo, fundadora de Puckllay:
¿Qué es para ti Puckllay?
Puckllay para mí es una forma de vida. Y sí, significa un reto, porque de alguna manera es como mirar un Perú pequeño, con todas sus complejidades y dificultades. Integrar un proyecto comunitario independiente de arte y desarrollo no es tarea fácil, en el proceso muchas veces sentirás que te encuentras arando solo, pero hay tiempos en los que los corazones son muchos. A medida que ha ido pasando el tiempo nuestro proyecto ha ido creciendo en cantidad de participantes, pero también en necesidades y demandas. Es entonces urgente estar creando permanentemente estrategias múltiples de autofinanciamiento, porque cada vez es menos posible acceder a oportunidades de financiamiento y las políticas de mecenazgo en el país no funcionan o, en todo caso, lindan con el asistencialismo, la más común y la peor de todas las políticas aplicadas en contextos de cualitativa pobreza. Terminan minando la autoestima y la capacidad de las personas para salir adelante por sí mismas, sin perder de vista su identidad.
¿Cuántos chicos asisten hoy en día?
En la actualidad tenemos un promedio de 50 a 70 participantes de 6 a 16 años. Este año logramos trabajar el ciclo de verano con éxito, consiguiendo que las familias paguen un monto mínimo. Sin embargo, el ciclo de medio año no fue posible sacarlo y esperamos retomar las actividades en el último trimestre. Mientras tanto, estamos trabajando un proyecto de arte y comunicación de formación de líderes con distintos jóvenes de las comunidades de Lomas de Carabayllo. Esta experiencia está enmarcada dentro del proyecto ‘Creando una Cultura de Paz a través de las Artes y el Diálogo Transformativo’ y cuenta con el apoyo de la Inter-American Foundation (IAF) y la coordinación y asesoría principal de Pro Diálogo. Somos cuatro organizaciones las que venimos siendo parte de esta experiencia y estamos trabajando en nuestros propios barrios y comunidades.
Foto: Ana Rosa Benavides y Josué Arispe Tejada
¿Qué es lo más difícil para tus chicos?
Los chicos de Lomas de Carabayllo son hijos de padres migrantes. Si bien ellos no han padecido lo que sus padres -dejar sus tierras, llegar a una ciudad como Lima, asentarse en un espacio desértico y construir su pueblo de la nada-, toda esta lucha está impregnada en sus corazones y su espíritu. Lo más difícil para ellos es definir esa línea casi imperceptible: ni pertenecer a la ciudad, ni a la provincia. La marginalidad en este caso tiene que ver con la lucha diaria de la no pertenencia a un determinado lugar. La gran tragedia del país entero es el inevitable centralismo y la falta de oportunidades en los lugares más alejados y humildes. Lomas no es la excepción, sus jóvenes tienen que salir a la ciudad para ‘progresar’, tienen que romper la barrera de la distancia para conquistar sus propias oportunidades y lo hacen cargando con el legado miserable de una educación deficiente, que contradictoriamente es lo mejor que han podido brindarle sus padres.
¿Cómo llegan los chicos y cómo salen de la escuela?
Nuestros niños y niñas llegan en su mayoría a los 6 años y Puckllay les brinda un espacio de acompañamiento en su vida escolar y personal. Y la idea es acompañarlos con el arte, no que sean artistas, la idea es que el arte acompañe el proceso de formar mejores seres humanos para nuestro mundo, para nuestro país.
¿Cuál es el sueño de esta organización?
En la actualidad, el sueño es terminar nuestra escuela para poder garantizar y brindar más oportunidades a más chicos y chicas, y hacerlo no como sea, sino en un espacio saludable y equitativo.
¿Hacia dónde va Puckllay?
Vamos a construir cada vez más un proyecto comunitario y cada vez menos una organización. Somos una experiencia humana y comunitaria y ese es nuestro espíritu.
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