POR VERÓNICA KLINGENBERGERPeriodista«@vklingenberger»:https://twitter.com/vklingenberger
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Puede resultar extraño para algunos y un poco exhibicionista para otros, pero no hay un manual para sobrellevar la muerte de una persona querida. Algunos nos llenamos de rabia, tristeza y silencio, y solo el tiempo o la medicación nos ayudan a sanar. Otros, quizás de manera más saludable, encuentran las palabras para compartir esa pérdida y despedirse. Todo vale con tal de sobrellevar el dolor y el vacío terribles que dejan la muerte.
Una foto en blanco y negro, con mucho grano, donde se ve a un niño junto a un adulto. Sobre ella, un amigo escribe un pequeño párrafo sobre su difunto padre y cómo lo recuerda. Debajo, likes, corazones y palabras de cariño y apoyo ante su conmovedora apertura. Hay algo muy humano en mostrar abiertamente la pérdida y el dolor, sobre todo en un mundo de fantasía donde durante tanto tiempo hemos creado inquebrantables personajes que solo revelan éxito y felicidad. En tiempos en los que dejamos todo por escrito en un muro rapidísimo plagado de likes y shares, el Facebook se ha convertido en la nueva central del lamento y el consuelo.
La dinámica del duelo podría ser la misma que décadas atrás. Piénsalo así. Estabas en casa de ese mismo amigo y juntos compartían las fotos de un antiguo álbum familiar. Silencios prolongados se acompañaban de una que otra anécdota o confesión. ‘Todos los días pienso en él’. Lo que ha cambiado es el tamaño de la audiencia y el consuelo que regresa multiplicado por 10. También, cabría preguntarse si no es más fácil procesar la pena frente a una pantalla, solos, a través de un texto escrito y por ello mejor pensado. También estar seguros de que la respuesta llegará sin lágrimas ni miradas compasivas. A lo más, un emoji emocionado.
Recientes estudios prueban que el dolor se procesa mejor siempre que es compartido. Y que las redes sociales han empezado a ocupar un espacio importante en las formas de duelo contemporáneas. En ellas, muchos encuentran una manera de mantener vivo el recuerdo de sus seres queridos. O de homenajearlos compartiendo su amor con todos sus contactos. Conozco un par de cuentas de personas que murieron hace años que aún se mantienen vivas y que se activan en fechas especiales llenándose de posts como ofrendas. Otros, creyentes de otras vidas, intentan una forma de comunicación con sus propios muertos delante de todos.
Hay casos en los que es difícil establecer el límite entre el lamento más bien exhibicionista, la pena compartida o la breve nota necrológica que busca comunicar de la muerte de un familiar. El primero que se me viene a la mente es el de los amigos lejanos que seguramente no tienen contacto con la persona que murió desde hace años y ni siquiera tienen el tino de esperar a que un familiar sea quien dé la noticia. Son esos posts que invaden muros ajenos compartiendo la única foto que se tomaron con el difunto con un QEPD encima. O esos mensajes de consuelo que más parecen respuestas automáticas en las que se intenta encontrar una razón para tragedias que no la tienen (‘esta experiencia solo te hará más fuerte’) o enfrentar el miedo que nos genera nuestra propia mortalidad (‘ya está en un lugar mucho mejor al nuestro’).
Pero supongo que todo es válido. Incluso el fastidio de los más discretos.
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