0 of 16
Muchas residentes del Hogar Canevaro, ubicada en el Rímac (Jr. Madera 399), suelen pasar solas el Día de la Madre . Para ellas, la Municipalidad de Lima ha lanzado la campaña ‘De la Mano con Mamita’. Así, este domingo, algunos voluntarios podrán visitarlas y celebrar con ellas. Para participar, escribe al Facebook de la Sociedad de Beneficencia de Lima . Hoy este albergue para personas de la tercera edad celebrará por adelantado con bailes, cantos y más.
PUBLICIDAD
‘Monina’, una siempre jovial deportista, bailarina y cantante
Cada mañana, María Florinda Lazo Vince (73), conocida como ‘Monina’ entre sus amigos, se despierta a las 5 a.m. Una hora y media más tarde, ya es posible encontrarla corriendo por el patio del Hogar Canevaro, siempre con una sonrisa en el rostro. ‘Yo soy muy feliz aquí. Me ha valido sufrir tanto para estar tan contenta aquí hoy. Dios, la Virgen y mi madre desde el cielo me cuidan’, nos cuenta. ‘Monina’ fue por mucho tiempo víctima de la violencia de parte de su propio esposo. Él la golpeaba e incluso llegó a romperle un brazo. Por eso huyó de su casa. Se vio obligada a dormir en las bancas de la Plaza Dos de Mayo, hasta que algunas personas de la zona la llevaron a este hogar, donde vive hace ya tres años.
Se quiebra al recordar su pasado. Lo único que quiere es que sus dos hijos la visiten en esta fecha especial. Sin embargo, su buen ánimo se recupera
cuando se da cuenta de su situación actual. ‘Aquí estoy feliz. Me gusta bailar y cantar canciones de Celia Cruz, baladas y rock’, afirma contenta. Y
podemos confirmar que lo hace muy bien.
Carmen encontró en este lugar lo que tanto ansiaba: su tranquilidad
PUBLICIDAD
Carmen Vásquez nos habla de manera muy lúcida y con una voz serena. ‘Tengo 77 años y vivo muy orgullosamente mi edad’, nos dice en el patio del hogar. No
suele pasar allí mucho tiempo, pues prefiere el silencio y la calma de su propio cuarto. Sonríe ligeramente ante las bromas de sus compañeras. ‘Vine acá por mi propia tranquilidad’, cuenta. Nadie la llevó a Canevaro. Ella misma llegó aquí hace tres años. Nos cuenta que le fue imposible la convivencia con su familia política, que peleaba por sus propiedades. ‘Ahora que no tengo nada estoy más feliz’, dice satisfecha por su decisión.
En su habitación se dedica a tejer (‘a palitos, no a crochet’, nos aclara) prendas de vestir, casi todas para bebes. Las vende a sus compañeras,
que las regalan a sus nietos.
Carmen puede salir sola del hogar cuando lo desee. Sin embargo, no es algo que haga muy a menudo. ‘Mis hijos están lejos, en Tarapoto y Chiclayo’, responde escuetamente cuando se le pregunta por su familia.
Rosa, una de las residentes mayores, nunca oculta su sonrisa…
‘No sé si tengo familia, nunca han venido a visitarme’, nos dice Rosa Reyes Rosales. Sonríe pese a la dureza de su frase. A sus 95 años, es una de las residentes más longevas del Hogar Canevaro.
Ella quedó huérfana cuando tenía apenas un año. Pasó toda su infancia en la Cuna Maternal de Los Naranjos (Barrios Altos). ‘No me pregunten por mi niñez, que fue muy triste. Pregúntenme por mi vejez. Comparado con lo que viví, acá soy feliz’, pide.
En su habitación, tiene una colección de muñecas y peluches que le han regalado a través de los años. Y han sido muchos. Rosa vive en Canevaro desde su fundación, allá por 1982. ‘Me gustan los juguetes porque de niña nunca los
tuve’, reconoce. Pese a esos malos recuerdos, tiene un excelente humor y es la que promueve la ‘chacota’ entre sus amigas.
Rosa nunca se casó ni tuvo hijos, pero se pasó toda la vida cuidando niños y personas mayores. Nunca tuvo una familia. ¿No sería justo que ella
también pase un bonito día este domingo?
POR MAURICIO NIÑO
.-
Si no la necesitas, no la pidas. Controlemos el uso innecesario de los materiales de plástico.
[pub][ooyala.I1ODViNzE6pHbznXdQZ7foatLdw_x0qW]