Actualidad

¿Los antiguos peruanos estaban mejor preparados para los desastres naturales?

ulab4nmxfjcslfcdppgsgftj2i.jpg publimetro.pe

Una leyenda circula bajo el nombre de la maldición de los Chimú. Se dice que cuando los españoles llegaron al Valle de Moche en la primera mitad del siglo XVI, los Chimú -que en aquella época dominaban la zona-, les recomendaron asentarse en la actual Trujillo.

PUBLICIDAD

Por el centro de la ciudad pasan dos grandes quebradas: la del León y la de San Ildefonso. Las dos se han activado por las lluvias de marzo y por eso siete huaicos cayeron recientemente sobre la ciudad. Se cuenta que los Chimú sabían que, tarde o temprano, algo así sucedería.

‘El rumor es evidentemente falso, pero hay que admitir que es una gran coincidencia. Las dos grandes huacas de Trujillo, Chan Chan y la Huaca de La Luna, no han sufrido ningún daño por las lluvias’, nos dice el arqueólogo Luis Jaime Castillo, viceministro de Patrimonio Cultural en el gobierno pasado.

Esto se debe principalmente a que las sociedades prehispánicas sabían que no debían asentarse en zonas vulnerables. Chan Chan está ubicado en un área ligeramente alta y estas quebradas pasan a sus lados.

Otro ejemplo es la huaca de Narihualá, capital de cultura Tallán, en Catacaos, Piura. Hoy sirve de refugio para 200 personas -principalmente niños, mujeres y ancianos- del caserío del mismo nombre, inundado el 26 de marzo tras el desborde del río Piura.

‘Ellos sabían de la llegada de El Niño. No se preparaban en el sentido de tomar precauciones, pues su adaptación no los enfrentaba con el medio ambiente. Para ellos, el calor, el viento, el comportamiento de las aves, los peces y los insectos eran predictores de un evento de esta naturaleza’, sostiene Castillo.

Así, los habitantes de la costa norte no solo se alejaban de las riberas de los ríos y quebradas, sino que evitaban las partes bajas de los valles, pues sabían que podrían inundarse.

PUBLICIDAD

‘Sus construcciones eran de adobe. Cuando el agua se empoza y moja las bases de los muros, estos se socavan. El adobe se convierte en barro y el muro puede caer. Pero repararlo es relativamente sencillo y no es costoso. No es una hecatombe. Eso también es adaptación’, explica.

Si una sociedad sabe adaptarse, El Niño puede tener aspectos positivos: se acumulan aguas subterráneas que pueden ser utilizadas; crece vegetación en el desierto que puede servir para los animales; hay más animales y más caza.

Además, si el fenómeno llega en marzo -como este año-, los cultivos están en la fase de riego. Ya no es necesario darles agua, las lluvias harán ese trabajo.

‘Entendamos que nuestra sociedad tiene una complejidad que los Virú, Moche, Lambayeque y Chimú en el norte nunca alcanzaron. Tenemos más vulnerabilidades: nuestros alimentos provienen de diferentes partes, tenemos agua potable, desagüe, luz, teléfono, Internet… Nos hemos vuelto más dependientes. Pero podemos rescatar lecciones de nuestros antepasados’, dice Castillo.

Por Mauricio Niño

-.

Si no la necesitas, no la pidas. Controlemos el uso innecesario de los materiales de plástico

[pub][ooyala.I1ODViNzE6pHbznXdQZ7foatLdw_x0qW]

PUBLICIDAD

Tags

Lo Último