El socialista Lenín Moreno y el exbanquero Guillermo Lasso clamaron este domingo la victoria en Ecuador tras la difusión de encuestas a boca de urna con resultados opuestos, en una segunda vuelta electoral cuyo resultado determinará el mapa político de América Latina.
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El Consejo Nacional Electoral (CNE), cuya sede en Quito, Ecuador permanece acordonada desde hace días para evitar desmanes luego de las fuertes protestas opositoras de la reñida primera vuelta, recordó que las encuestas a boca de urna son solo estimaciones e instó a esperar los resultados oficiales a partir de las 20H00 locales (01H00 GMT del lunes).
Según la empresa Perfiles de Opinión, a la que ciertos sectores vinculan con el gobierno, el exvicepresidente Moreno, del movimiento oficialista Alianza País (AP), ganaría con 52%,2 de los votos.
Pero de acuerdo con la encuestadora Cedatos, a la que el gobierno tilda de opositora, el conservador Lasso, de Creando Oportunidades (CREO), vencería con un 53,02% de los sufragios.
Tras la divulgación de los sondeos, pocos minutos después de que cerraran las urnas a las que estaban convocados 12,8 millones de ecuatorianos, ambos candidatos celebraron la victoria.
“Los datos están claros, son los datos que tenemos nosotros (de Perfiles de Opinión), completamente confiables. Tenemos una ventaja muy, muy considerable”, exclamó Moreno, un abanderado de las causas sociales que sufre una paraplejia por un disparo que recibió en un asalto en 1998.
“Después de que el Consejo Nacional Electoral dé su veredicto final, nosotros estaremos festejando este triunfo que, de acuerdo a la encuesta en la cual confiamos, nos ha dado”, agregó.
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Lasso, expresidente del Banco de Guayaquil, ofreció a su vez un discurso de unos 15 minutos en el puerto de Guayaquil, su ciudad natal, en el suroeste de Ecuador.
“Hemos ganado, ha ganado la democracia, han ganado todos ustedes”, exclamó el exbanquero.
Estas elecciones, marcan el fin de Rafael Correa, el presidente que gracias al boom petrolero modernizó con su “Socialismo del siglo XXI” un país con fama de ingobernable, y son vistos como un nuevo test para la izquierda latinoamericana, tras el giro a la derecha que hicieron recientemente países como Argentina, Brasil y Perú.
También está en juego el futuro de Julian Assange, asilado desde junio de 2012 en la embajada de Ecuador en Londres.
En la primera vuelta del 19 de febrero, en que también se celebraron elecciones legislativas, el oficialismo aseguró la mayoría absoluta con 74 curules en un total de 137, cuando actualmente ostenta dos tercios. Una eventual victoria opositora podría dificultar la gobernabilidad del país.
“Alguien miente”
Seguidores de ambos candidatos se concentraron para esperar el conteo oficial y celebrar cerca de la sede del CNE en Quito, mientras el presidente saliente Rafael Correa felicitaba a los ecuatorianos por esta “jornada cívica”.
“Lamentablemente, dos encuestas ‘exit poll’ dan resultados absolutamente contradictorios. Alguien miente. Hay que esperar los resultados oficiales del CNE. Mientras tanto, a guardar la calma, la unidad y la paz”, escribió el mandatario en twitter.
Analistas recuerdan que gane quien gane la presidencia se encontrará un país golpeado por la prolongada caída del crudo, endeudado, con creciente desempleo y carísimo para el consumidor.
“Ambos tendrán que hacer algún tipo de ajuste, ya que endeudarse más es cada vez más difícil. De Lenín podría venir con más impuestos, pero eso le pondría en tensión con algunos sectores. Lasso podría reducir el gasto social o el tamaño del estado”, explica a la AFP el politólogo Esteban Nicholls, de la Universidad Andina de Ecuador.
Por primera vez en 10 años sin Correa como candidato, a quien la oposición acusa de haber derrochado la mayor bonanza petrolera del país, AP se juega su permanencia en el poder con Moreno.
Con un estilo más conciliador que el de Correa, Moreno cuenta con el arrastre de la figura del actual mandatario, con la capacidad de movilización de su partido y el voto de los sectores populares, beneficiarios de los programas sociales impulsados durante la bonanza petrolera.
Su programa privilegia la inversión social sin “paquetazos ni privatizaciones” y una “cirugía mayor” a la corrupción, un tema muy sensible para los electores, tras escándalos como el de la petrolera estatal Petroecuador que implicó a un exministro de Correa y el de los supuestos sobornos millonarios de la firma brasileña Odebrecht a funcionarios ecuatorianos.
Lasso, a quien el gobierno señala como uno de los responsables de la crisis bancaria que en 1999 obligó a emigrar a tres millones de ecuatorianos, cuenta con la bendición de las clases altas, con el descontento de las clases medias (antes en buena parte correístas) y tiene el apoyo explícito de los líderes de los otros partidos opositores.
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