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Conozca al sacerdote peruano que podría convertirse en santo

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Monseñor Octavio Ortiz Arrieta, tercer sacerdote nacido en Perú que podría ser canonizado por el Papa, fue un hombre que viajó a pie, a caballo, por cordilleras, en medio de bosques y ríos para llevar la palabra de evangelio al pueblo de Chachapoyas.

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A partir de la segunda década del siglo XX y durante 37 años, este primer obispo de la congregación salesiana, no tuvo obstáculo alguno para catequizar y motivar a los jóvenes de entonces a llenar las salas del antiguo palacio episcopal de esa zona.

La predicación, el cuidado de los sacerdotes y seminaristas, la promoción de las vocaciones fueron las diferentes atenciones que asumió en aquella ciudad nororiental de 95.200 kilómetros cuadrados como territorio, y una población de 250.000 habitantes en aquellos años.

Ortiz Arrieta nació en Lima el 19 de abril de 1878. En diciembre de 1893 entró en la Escuela Salesiana como aprendiz de carpintero y después pasó a ser estudiante. Hizo el noviciado en el Callao y en 1902 hizo los votos perpetuos de manos del Padre Pablo Albera.

El 21 de noviembre de 1921 fue nombrado Obispo de la distante diócesis de Chachapoyas (en los Andes del norte), vacante durante cinco años. En junio de 1922 lo ordenaron como obispo en el Santuario de María Auxiliadora de Lima.

Llegó a la Sede Episcopal después de un mes de largo recorrido. Las dificultades de comunicación, sin embargo, no impidieron que organizara misiones y ejercicios espirituales para laicos y sacerdotes en todos los centros de la diócesis.

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Quienes lo conocieron cuentan que fue acogedor, amable, alegre, cercano a la gente. Fue un organizador nato: realizó ocho visitas pastorales; celebró tres sínodos diocesanos y un Congreso Eucarístico; reorganizó los archivos de la parroquia; creó asociaciones y cofradías; publicó un periódico.

Cuando el Arzobispado de Lima permaneció vacante el Nuncio Apostólico en nombre del Papa se lo ofreció y Ortiz Arrieta le dio las gracias y declinó la propuesta: quería quedarse en medio de la gente chachapoyana hasta su muerte. ‘El Pastor de Chachapoyas’ partió de este mundo el 1 de marzo de 1958, a la edad de 79 años.

El papa Francisco ha reconocido las “virtudes heroicas”, del monseñor, primer paso en el camino hacia la santidad. Camino que tiene varias etapas: en la primera el pontífice reconoce las virtudes de alguien, que pasa a ser considerado “Venerable Siervo de Dios.”

Después siguen los pasos de la beatificación y la canonización. Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro con su intercesión y para que sea canonizado (declarado santo) es necesario un segundo milagro, posterior a su proclamación como beato.

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