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El comercio de cráneos y partes del cuerpo amenaza gravemente a los grandes simios de Camerún

Fuente: Mongabay Latam / Autor: Eugene N. Nforngwa / Traducido por: Isabel Beguiristáin

Nidos, huellas y excrementos han dirigido a los primatólogos hasta nuevas poblaciones de gorilas en el país de Camerún, en la cuenca del Congo, durante más de una década. En 2002, los investigadores descubrieron cerca de 100 gorilas occidentales de llanura en el Bosque de Ebo, en la región de Litoral. En 2011, los científicos localizaron entre 300-500 gorilas más en el Parque Nacional de Deng Deng en el norte de Camerún.

Mientras tanto, la Fundación del Desarrollo Ambiental y Rural (ERUDEF) anunció: ‘Un posible aumento en la población de grandes simios en las tierras altas de Lebialem’, después de que los investigadores de las ONG de Camerún descubrieran allí ‘un aumento significativo del número de indicios de grandes simios’.

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Las noticias también han resultado alentadoras en cuanto a hallazgos de chimpancés. El investigador Martin Mikes, que ha dedicado su vida al trabajo de conservación en el bosque de montaña Kedjom Keku, cree que ha encontrado una población de chimpancés de Nigeria-Camerún sin registrar. Cuenta con un vídeo, muestras de excremento y fotografías de nidos de baja altura para respaldar su afirmación. (Los científicos creen que quedan tan solo 6000 individuos de esta rara subespecie de chimpancés.

Descubrimientos como estos han generado esperanzas regionales y locales para los grandes simios de Camerún, cuya población total lleva tiempo en declive. El Fondo Mundial para la Naturaleza, por ejemplo, estimó en 851 individuos la población total de gorilas y chimpancés en el Parque Nacional Campo Ma’an en el sur de país en 2008, pero esa cifra aumentó hasta más de 2320 en 2011.

‘Las cosas pintan bien para los gorilas de Camerún’, afirmó un reportero entusiasmado de Live Science en 2011, tras los descubrimientos de los grandes simios en el Parque Nacional de Deng Deng.

Sin embargo, una realidad oscura ensombrece esta evaluación prometedora. A pesar de que los científicos descubren nuevas poblaciones de grandes simios, enormes presiones debidas a la caza ilegal y a la pérdida de hábitat han perseguido a los grandes primates en Camerún y países circundantes de la cuenca del Congo. Los investigadores de delitos de vida silvestre están especialmente alarmados por el rápido crecimiento —pero en gran medida desconocido— del número de gorilas y chimpancés vivos y muertos comercializados al año a través de las redes regionales y globales de tráfico de vida silvestre.

Cráneos y partes del cuerpo: un comercio en auge

Los conservacionistas han señalado durante décadas a la gran demanda de carne de caza de África central y occidental como causa principal del tráfico de grandes simios en la cuenca del Congo. ‘Hay un gran mercado en crecimiento para los productos derivados de carne de caza’, señala James Fawoh de Ape Action Africa.

Sin embargo, el comercio de partes del cuerpo —en particular cabezas, cráneos y extremidades de gorilas y de chimpancés— está emergiendo, probablemente, como la más reciente y mayor amenaza para las poblaciones de grandes simios de Camerún, dice Eric Kaba Tah, subdirector y jefe de medios de comunicación de Last Great Apes Organization (LAGA), organización no lucrativa que ayuda al gobierno de Camerún en la aplicación de las leyes sobre la vida silvestre.

Las pruebas de la rápida expansión del tráfico de partes del cuerpo se están viendo en todo el país.

Se detiene a traficantes ‘cada mes’ en todas partes donde se encuentran los grandes simios: en los bosques de las montañas y en las tierras bajas del oeste, sur, este y norte del país. Durante un periodo de cuatro meses en 2015, los escuadrones contra la caza furtiva y el tráfico ilegal arrestaron a 22 traficantes e incautaron 16 extremidades de grandes simios, 24 cabezas de gorilas y 34 cráneos de chimpancés en operaciones diferentes por todo país.

No está claro si el tráfico de partes de simios es un nuevo negocio, comenta Tah, o si viene de antes, pero entonces era poco común, y ahora el delito se ha generalizado. Su aparición solo llamó la atención de las fuerzas del orden en los últimos cuatro o cinco años. Ahora, cada día que pasa, los protectores de la fauna dicen que están viendo más casos de comercio de partes, y por lo tanto están adquiriendo una mayor comprensión del complejo mundo subterráneo y del mercado negro que lo impulsa.

Es un hecho bien conocido entre las fuerzas policiales que las grandes redes de traficantes de partes del cuerpo de los grandes simios operan a través de las fronteras nacionales y entre continentes. El comercio comienza con cazadores furtivos en los bosques de todo Camerún. Avanza a través de múltiples niveles de intermediarios que procesan y pasan las partes. Nigeria, y toda la costa de África occidental, se han identificado potencialmente como importantes puntos de tránsito, y también como destinos de los productos de simio traficados. Estados Unidos y China son los principales destinos donde llegan las partes del cuerpo de grandes simios.

Los cráneos de simios se valoran como trofeos en los países occidentales, en particular en EE.UU., según los interrogatorios de traficantes detenidos llevados a cabo por los investigadores. Los escuadrones de delitos contra la vida silvestre también han recuperado huesos de mandíbula y otras partes del cuerpo destinados a la exportación fuera de Camerún. La mayoría de los contrabandistas sacan las partes del cuerpo a través de Nigeria, labor facilitada por la extensa y vulnerable frontera entre ambos países vecinos.

La demanda de partes del cuerpo de grandes simios en Camerún y en los países costeros de África occidental se debe principalmente a la creencia de que los huesos y los tejidos tienen propiedades y poderes medicinales, e incluso místicos. En todo el Parque Nacional Campo Ma’an en el sur de Camerún, los aldeanos han hervido durante tiempo los huesos de gorilas y han alimentado a los bebés humanos con el caldo acuoso, creyendo que refuerza los huesos de los bebés.

En las regiones del norte y noroeste del país, partes de los grandes simios se utilizan de manera similar para curar fracturas y otras disfunciones óseas. Ahora, la nueva demanda parece venir de los terapeutas tradicionales chinos, que han aumentado su demanda de huesos de grandes primates y otras partes de especies silvestres, dice Fawoh que ha participado en diversos estudios y proyectos de protección de la fauna en el Parque Nacional Campo Ma’an.

‘La demanda de carne de animales silvestres ya está empujando a gorilas y chimpancés a la extinción’, dice Pamela Ghaife, ecologista en Yaundé, capital de Camerún. ‘Ahora existe esta demanda de cráneos, huesos y otras partes que solo puede acelerar la velocidad de extinción. Se trata de un cambio alarmante’.

Un comercio bien financiado y organizado

Los cazadores furtivos en Camerún ya no son unos ingenuos cazadores locales que buscan ganar un poco de dinero rápido con algo de carne de animales silvestres en un mercado local. Operan cada vez más como bandas bien armadas y conectadas, y pueden abrirse camino por los bosques densos mejor que los guardas del parque y las fuerzas de seguridad.

En los últimos años, un auge en el número de motos importadas de China a Camerún ha hecho que sea más fácil para los traficantes tomar rutas escarpadas, sin vigilancia a través de los bosques para cazar grandes simios y transportar sus partes fuera del país sin ser detectados.

Asimismo, las explotaciones forestales (algunas legales, otras no) y concesiones agroindustriales han aumentado el número de carreteras secundarias en el interior dejando a las motocicletas el tránsito libre y han facilitado de forma involuntaria el comercio de especies salvajes.

Además, hay pruebas de que los traficantes internacionales bien financiados están pagando el armamento a los cazadores furtivos locales, y dotándoles de motocicletas y motores fueraborda para canoas de madera que antes se tenían que manejar con remos. La creciente sofisticación letal del comercio de grandes simios africano refleja una evolución similar en los últimos años a la del comercio de marfil de África.

‘Tenemos un mejor sentido de la escala y la amenaza del problema’, dice Tah. ‘Solo está aumentando y resulta preocupante’.

Uno, dos… contando los grandes simios en su hábitat natural

Las poblaciones de grandes simios en Camerún son difíciles de precisar y no existe en la actualidad un inventario exacto. Las estimaciones científicas se basan en inferencias indirectas y, a menudo solo están disponibles para ciertas subespecies (como el gorila del río Cross), o en los territorios donde los científicos y los conservacionistas han trabajado extensivamente, como el Parque Nacional Campo Ma’an.

Sin embargo, los investigadores creen que las cifras de los grandes simios se han reducido desde decenas de miles de individuos a varios cientos en algunos lugares debido a décadas de caza furtiva y a la destrucción de los hábitats por la explotación de la madera y el desarrollo de los campos agrícolas así como por asentamientos humanos. En algunos lugares, las estimaciones se han reducido a meras decenas de individuos, y nadie puede afirmar con certeza si se han producido extirpaciones locales ni dónde.

La Africa Conservation Society (ACS) da a los 250 a 300 gorilas del río Cross, especie rara y en peligro crítico de extinción, que están ahora confinados en pequeños bosques de las montañas a lo largo de la frontera entre Camerún y Nigeria, solo una década antes de que desaparezcan completamente de la selva.

Tanto en áreas protegidas y desprotegidas en todo el país, se ha vuelto más difícil detectar grandes simios, y los científicos ahora dependen casi exclusivamente de ‘señales de vida’ como los nidos y excrementos para estudiar estas poblaciones, comenta Ghaife. ‘La mayoría de los cálculos de población son desmesurados y necesitan revisión’.

Pero cualesquiera que sean los recuentos reales, lo cierto es que, a menos que se tomen medidas para reducir drásticamente las tendencias del tráfico y la tala de árboles, la mayor parte de los gorilas restantes y chimpancés de Camerún podrían desaparecer en cuestión de décadas, advierten los conservacionistas.

Tres, cuatro… contando los grandes simios traficados

Por difícil que pueda resultar estimar el número de grandes simios en las selvas de Camerún, es aún más complicado obtener cifras fiables de cuántos son objeto de tráfico de partes del cuerpo. Las investigaciones de delitos de vida silvestre apoyada por LAGA han producido, probablemente, los mejores datos que indican la magnitud del problema.

La organización informa de que han recuperado más de 200 cráneos de simios de traficantes detenidos durante los últimos dos años. La mayoría, alrededor de dos tercios, pertenecen a chimpancés, mientras que el resto son de gorilas. Esta desproporción podría resultar un indicativo espantoso de las poblaciones relativas de chimpancés en comparación con las de los gorilas que quedan en estado salvaje, pero por desgracia no aclara los números reales que se comercializan, comenta Tah.

Las confiscaciones de partes del cuerpo entre 2015-16 representan solo una pequeña fracción de la masacre puesta en marcha, a menudo cometida de forma encubierta y muchas veces con la complicidad de funcionarios corruptos.

Tah cree que las fuerzas policiales de vida silvestre solo capturan al 10 por ciento de los traficantes. Si eso es cierto, el número de cráneos de primates que salieron de Camerún entre el 2015 y 2016 podría haber superado los 2000 gorilas y chimpancés —sin contemplar el número de animales procesados como carne o comercializados vivos para convertirse en mascotas o terminar cautivos en zoológicos. ‘Peores cosas podrían ocurrir’, dice Tah.

Se sabe que la carne de mono sigue siendo una fuente muy valiosa de proteínas entre los habitantes ricos de las ciudades en África central y occidental, y que está alimentando un creciente mercado culinario entre los turistas que buscan sabores exóticos. Pero lo que también se conoce entre los investigadores del tráfico de vida silvestre es que el comercio de las partes del cuerpo prácticamente ha absorbido al de carne de animales silvestres en el mercado negro, y así está cambiando la naturaleza de la amenaza para las poblaciones silvestres que quedan.

Las razones son evidentes: en primer lugar, a diferencia de la carne y los animales vivos, que son más voluminosos, las partes del cuerpo son fáciles de manejar, mover y ocultar, afirma Ghaife. Las partes también tienen una ‘relación de valor por unidad de peso’ más alta, lo que significa que los traficantes se dan cuenta de que tratar con ellas no solo es menos arriesgado, sino más rentable. Este es el mismo tipo de cálculo que ha sostenido e impulsado el comercio mundial de marfil, con consecuencias devastadoras para las poblaciones de elefantes y rinocerontes.

Impulsados por el dinero

Es muy difícil, dicen las autoridades, calcular el valor del comercio ilícito de partes del cuerpo. Los esfuerzos de las fuerzas policiales en los últimos años en Camerún y en otros lugares han conducido a los traficantes a la clandestinidad, y los investigadores de delitos de vida silvestre no están dispuestos a revelar la cuantía de dinero que se maneja, por temor a que el beneficio asombroso que se puede obtener pueda incitar a la masacre.

‘Una cosa queda clara, están ganando mucho dinero, de lo contrario, no estarían allí’, afirma Tah. ‘Si nos fijamos en la organización que conlleva, se puede decir que es muy lucrativo. Las partes de simios solían tirarse a la basura porque se asemejan a partes del cuerpo humano. Pero ya no. Se trata de un comercio por derecho propio. Se lleva a cabo únicamente por las partes, en lugar de simplemente como un derivado del comercio de carne silvestre’.

El comercio de los cráneos, cabezas y extremidades se considera más perjudicial para las poblaciones de simios que el comercio de carne silvestre o la caza de animales domésticos, estrechamente asociados. Se está dirigiendo a los cazadores furtivos a matar más animales y se están incorporando nuevos seguidores, explica Ghaife. Los cazadores furtivos de carne, que solían tirar las extremidades y cabezas de monos al bosque, ahora las almacenan, ya que el mercado de partes parece aumentar más que la demanda de carne de simio.

‘Los traficantes están [ahora] por lo general bien organizados’, dice Tah. ‘Con el tipo de profesionalismo que estamos viendo, solo puede ser una mala noticia para la conservación y para el resto de los simios que se mueven en la naturaleza. El profesionalismo destructivo de [los traficantes] impactará enormemente y negativamente en estas poblaciones’, a menos que se haga algo.

‘Ojos en el terreno’

El comercio de los grandes simios y sus productos es ilegal en Camerún y en virtud de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Después de años de laxitud con respecto al comercio, el gobierno central intensificó la aplicación de la ley durante la última década. Se firmó el Memorándum de Entendimiento con organizaciones de aplicación de la fauna como LAGA, y se amplió el número de las fuerzas de seguridad y de fiscales para llevar a cabo investigaciones y detenciones.

Hoy en día, el número de detenciones ha sorprendido al país —los procesamientos se han disparado en un 80 por ciento. Las historias de crímenes de vida silvestre encuentran ahora espacio destacado en la radio, la televisión y en los periódicos.

Una actuación policial sólida sigue siendo fundamental para crear disuasión, a pesar de que no todos los crímenes pueden llevar a detenciones, juicios, multas o reportajes de noticia, dice Tah. ‘Tenemos que seguir investigando, procesando y exponiendo a los traficantes de modo que el resto de la población entienda que se trata de una iniciativa criminal y peligrosa’.

Con los años, las comunidades han llegado a desempeñar un papel más importante en este proceso. A pesar de que las fuerzas policiales se han vuelto más sofisticadas con el tiempo —con agentes encubiertos e informantes— los escuadrones contra la caza furtiva todavía dependen mucho de la información de los miembros de la comunidad local. ‘Tienen ojos en el terreno para ver lo que está pasando antes de que nosotros nos demos cuenta’, explica Tah.

Aun así, admite que los conservacionistas y las fuerzas policiales solo han empezado a rascar la superficie de la creciente amenaza de la caza furtiva de partes del cuerpo. ‘Resulta difícil’, dice. ‘Este es un fenómeno nuevo y todavía estamos investigando para comprenderlo plenamente’.

Poner fin a la masacre de los grandes simios será una carrera contra el tiempo, no solo en Camerún, sino en toda África, concluye Fawoh. ‘Si no se toman medidas, África perderá todos sus grandes simios salvajes de 15 a 20 años’.

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