En el Perú aún hay cuatro millones de personas que hablan el quechua, e incluso la televisión estatal emite un noticiero diario en esa lengua todas las mañanas desde fines del año pasado. Similar acción planean con el aimara, con casi medio millón de hablantes. Otras no corren la misma suerte.
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“Existen cuatro lenguas originarias en peligro y otras 17 están seriamente en peligro, lo que representa cerca del 50% de todas las lenguas originarias”, dijo a la AFP Elena Burga, jefa de la Dirección de Educación Intercultural Bilingüe y Rural, quien cita una investigación del ministerio de Educación.
En Perú ya han desaparecido 37 lenguas originarias, como el mochica o el culle, según datos oficiales.
Se debilitan por la expansión del castellano que vulnera la identidad del nativo, en especial de los niños. A eso se agregan otras amenazas: el incremento de invasores de tierras en la Amazonía, compañías petroleras, traficantes de maderas, de droga, minería ilegal que desplaza a las etnias.
“También una enfermedad puede diezmar a una población aislada y el número de habitantes cambiar drásticamente”, alerta Burga.
La etnia yanesha, que se encuentra en la provincia de Oxapampa, en el centro del país, percibió que su lengua madre se estaba perdiendo por el contacto con la civilización, porque los niños solo hablaban español y por la presencia de internet.
Para evitarlo, sus apus o líderes, con apoyo del antropólogo y lingüista Richard Chase Smith, levantaron escuelas bilingües para modernizar el alfabeto y adaptarlo a las nuevas tecnologías.
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“Viví con la comunidad casi 15 años y logré reunir en grabaciones la tradición histórica oral de la etnia, pieza central de su entidad”, explicó a la AFP Chase Smith, director del Instituto del Bien Común. “Tengo grabaciones con unas 18 narrativas épicas (…) que la propia población yanesha escucha en talleres y exhibiciones”.
De acuerdo con Burga, de las 47 lenguas originarias indígenas existentes, siete carecen de escuelas bilingües porque hay menos de 10 hablantes y ya no hay niños, “pero las otras 40 sí tienen escuela o una escuelita”, como parte del plan gubernamental para su recuperación.
El ministerio también elabora su alfabeto y textos. “En el caso de las lenguas pequeñitas que hablan entre una y 30 personas, se trabaja en la oralidad, en darle menos peso a la escritura, en elaborar un diccionario para resguardarla”, agregó la funcionaria.
No obstante, para el antropólogo Alberto Chirif, la educación no debe ser solo el salvavidas de las lenguas originarias, pues “debe estar acompañada de un plan de reconocimiento de los derechos indígenas, de sus territorios y de su identidad”.
AFP.
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