Fernando Pinzás
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Hoy estamos ante un debate entre dos visiones de ciudad: una va más por las obras y otra por una Lima más sostenible. ¿Cuál es tu posición como ciudadano y regidor?
Por primera vez, se está discutiendo el modelo de ciudad que debería seguir Lima. Cuando hablamos de desarrollo urbano y movilidad sostenible, a veces creemos que ciertas decisiones que parecen inmediatas son las correctas. Tal es el caso de la discusión sobre los by-pass y los viaductos aéreos. Pero también está la propuesta de crear más espacios públicos. Estoy entre los que creen que hay que entender a la calle no solo como un espacio de tránsito, sino como un espacio de encuentro.
Hay un consenso entre los urbanistas sobre la ineficiencia de los by-pass para solucionar el problema del tráfico, ¿por qué no funcionan este tipo de obras?
En Lima, es fácil pensar que toda obra es buena. En las principales ciudades del mundo, un by-pass no resuelve nada. Estas obras tienen sentido en una vía logística como la Panamericana Norte, pero no en el centro. Divide calles y genera áreas que no tienen uso. En la ciudad, hay que apostar por un sistema integrado de transporte y la semaforización electrónica. Estas soluciones son más eficientes que un by-pass, solo que para un político, el impacto de estas decisiones no es tan inmediato porque no es obra tangible.
¿Todo se hace por cálculo político?
Exacto. Se necesita generar una masa crítica para que la autoridad municipal sienta que con estas soluciones más eficientes no está arriesgando su capital político.
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Hay gente que dice que Lima no es Amsterdam.
Lima es Lima y hay que mejorarla.
¿Pero este modelo sostenible se puede aplicar tal como estamos?
La ciudad se aborda de formas distintas en el mundo. Hablar del centro de Lima queda corto, porque Lima Norte, Lima Sur y la Lima más tradicional tienen sus microcentros. Las soluciones en otras ciudades no van a funcionar igual en Lima, por eso tienen que ser aplicadas de acuerdo a nuestra realidad. No intentarlo sería un error.
Haciendo una autocrítica, ¿crees que la gestión de Susana Villarán perdió la gran oportunidad de hacer estos cambios?
Las condiciones no estuvieron dadas para asumir tantos retos a la vez. Fue un error tener tantos frentes abiertos – la reforma del transporte, la del comercio mayorista y minorista-, pues generan reacciones en grupos de interés. Ahí faltó más maniobra política para explicar que esto no generaba un impacto inmediato, sino que era una apuesta por el futuro.
Hasta los opositores de Villarán valoraron su gestión cultural, ¿qué ha pasado con ella?
El actual alcalde tomó la decisión de cortar todo. Creo que es porque prefiere canalizar esos recursos a obras tangibles. Y sí, se necesitan obras, pero que sean efectivas. Los espacios públicos y la cultura a veces pueden ser más efectivos, porque construyen ciudadanía.
¿Se ha podido llegar a consensos con regidores de otros partidos en el concejo municipal?
Dialogar con los regidores de Solidaridad Nacional es imposible. Hasta rechazaron una propuesta que presenté para sancionar toda forma de discriminación en la ciudad. Ellos tienden a generar condiciones de conflicto innecesarias en vez de generar debates y propuestas.