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POR VERÓNICA KLINGENBERGERPeriodista@vklingenberger
Hagamos un ejercicio mental. Imagina Lima sin las 11 mil combis y los 3.600 buses que la recorren cada día. Borra los taxis, colectivos, microbuses y autos particulares. Ahora visualiza un buen sistema de transporte que haga posible llegar de tu casa, en San Juan de Lurigancho, a tu trabajo, en Barranco, en 30 o 45 minutos en vez de 3 horas. Imagina grandes arterias como la Javier Prado, Abancay, Alfonso Ugarte o la Costa Verde con la mitad de autos y carriles, y con veredas y ciclovías anchas y bien interconectadas. Las ciudades no deben amoldarse a los autos, pero la industria automovilística y su millonario lobby se las han ingeniado para conseguir lo contrario.
Dejar eso en claro es el objetivo del documental Bikes vs. Cars (Bicicletas vs. Autos), del sueco Fredrik Gertten, que Netflix acaba de estrenar. La película debería ser vista con urgencia por el alcalde de Lima y su equipo urbanístico (¡ja!) porque funciona como una prueba contundente de que las ciudades pensadas a partir del tránsito vehicular están destinadas a colapsar en el corto plazo. Ruido, contaminación y embotellamientos endemoniados que terminan en cuadros graves de estrés y en un montón de ciudadanos que se odian entre sí. No es culpa de los limeños, arequipeños, cusqueños, los citadinos peruanos no somos tan malos. Pero nuestras ciudades parecen diseñadas para convertirnos en monstruos que se pelean por sobrevivir en el tránsito. Y si no estás en un auto, lo tendrás más complicado. Peatones y ciclistas son el último eslabón de la cadena.
Bikes vs. Cars se centra en dos urbes monstruosas -Los Ángeles y Sao Paulo-, aunque también deja ver a un taxista danés que detesta a los ciclistas de su país (el 80% de los ciudadanos se moviliza en bicicleta por Copenhague) o lo que pasa en Toronto, donde el ex alcalde Rob Ford decidió gastar 300 mil dólares en borrar ciclovías porque ‘a fin de cuentas Toronto no es Copenhague’ (me hizo acordar a una señora sanisidrina preocupada porque su distrito se convirtiera en Amsterdam).
Y aunque sepamos de qué lado está Gertten (la mayor parte de la película se sostiene en el discurso de ciclistas activistas), también podemos ver a algunos entusiastas de los autos exponer las razones de su también respetable amor. Al final, como dice uno de los protagonistas, no se trata de odiar a los autos, porque a todos nos emociona un viaje en carretera o un paseo de vez en cuando. Se trata de volver a pensar las ciudades y hacer que estás hagan nuestra vida más fácil y placentera. Construir más puentes y más carriles no funciona y eso queda clarísimo cuando descubrimos la historia de la ciudad automovilística por excelencia, Los Ángeles, que a inicios del siglo pasado era una ciudad de ciclistas y contaba con una de las ciclovías más grandes e importantes de EE.UU. Todo cambió cuando la General Motors compró el sistema de transporte público (compuesto de tranvías básicamente) y lo hizo colapsar en la década del 40 para construir un imperio sobre ruedas.
Hay una parte especialmente optimista -no es la única, también nos enteramos de cosas como que los ciclistas en Sao Paulo han ganado 400 kilómetros en ciclovías a punta de terquedad activista y muchas muertes-. Una chica en Bogotá organiza paseos para niños y les enseña a perder el miedo a montar bici y a convivir con otras formas de transporte. En un momento dice que espera que pronto cambie también la mentalidad de muchísima gente que asocia la bicicleta con un medio de transporte de pobres y el auto con uno de ricos. En el Perú, pareciera ocurrir lo mismo. De que otra forma explicar la multiplicación de camionetas 4×4 en los últimos años. Ayer, gracias a un amigo, leí la crónica de una ciclista española que llegaba pedaleando por primera vez a Lima: ‘La entrada a la ciudad de Lima ha sido una de las peores experiencias de mi vida’, escribe en su blog Sola en Bici. Hay mucho camino por recorrer en términos de educación cívica y urbanismo, pero podemos empezar echando un vistazo a lo que ha pasado en otras ciudades del mundo y elegir qué modelo queremos copiar.