Si las plegarias en esta iglesia evangélica de Brasil son atendidas, Dilma Rousseff no será la última líder brasileña en ser enviada a los infiernos políticos.
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Según este pastor de 57 años, la gran operación anticorrupción conocida como ‘Lava Jato’, que trajo una catarata de acusaciones y detenciones contra la élite política y financiera del país en el último año, muestra que Dios está actuando.
‘Oramos por nuestra ciudad, oramos por los gobernantes, por nuestro país, tan intensamente, que creemos definitivamente que los cambios que están ocurriendo, tienen lugar en respuesta a nuestras plegarias’, dice el pastor Francisco Soares de Menezes.
Aunque Brasil es todavía un país de mayoría católica, y con el mayor número de fieles del mundo, la clase política y religiosa tiene cada vez más integrantes del poderoso sector evangélico, que aglutina a una cuarta parte de la población.
Y la potente bancada evangélica está ejerciendo su influencia para destituir a la presidenta Dilma Rousseff, juzgada por maquillar las cuentas públicas.
El bloque lanzó toda su fuerza al proceso de impeachment en abril, cuando citaron “la grave crisis económica, moral, ética y política que atravesaba Brasil”.
‘La deshonestidad no es la voluntad de Dios. Dios quiere gobernantes sinceros, verdaderos, honestos, sean del partido que sea’, señala el creyente Roberto Torres Holanda.
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El dinero y la política, sin embargo, están arrastrando a los evangelistas a sus propios pecados.
Algunos de sus adeptos, como Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara de Diputados y actor principal de la apertura del proceso de impeachment, también está acusado de corrupción.