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Pakistán: zona rosa agoniza por culpa del Internet

El barrio histórico de Heera Mandi fue durante siglos un burdel mogol con bailarinas exóticas, músicos y prostitutas en el corazón de Lahore, al este de Pakistán.

Pero lo que una vez fue considerado como una expresión artística, hoy es simple prostitución.

Para Reema, el trabajo sexual es un negocio familiar que le heredaron su madre y su abuela.

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‘Nos han enseñado desde niñas que debemos hablar decentemente si alguien viene. Estamos formadas para esta profesión y hemos aprendido cómo comportarnos si viene un cliente. Pero las prostitutas que llegan al negocio desde fuera no tienen esos modales’, dice Reema Kanwal, trabajadora sexual.

El declive del Heera Mandi se ha visto acelerado por la tecnología.

Ahora los hombres pueden organizar una cita por internet en vez de recorrer las calles de los barrios rojos.

Y si no hay bailarinas tampoco hay música, las agrupaciones del barrio han sido reemplazadas también por la tecnología.

‘La tecnología se ha apoderado de nuestra profesión. La música solía ser interpretada por siete personas, ahora sólo se necesita una con una computadora. ¿Qué pueden hacer estas seis personas cuyo trabajo ya no se necesita? Como yo, todas las personas en esta profesión están desempleadas’, dice Soan Ali.

El mercado sexual se ha mudado a vecindarios más acaudalados y algunos lo están aprovechando. Cirujana cosmética de día y madama de noche, Mehak recluta a chicas en fiestas de la alta sociedad y usa su casa como un burdel para la clase alta.

‘Las tarifas para estudiantes de medicina son más altas y las de estudiantes de maestrías son mucho más altas. La mayoría de estas chicas vienen de las universidades’, cirujana cosmética Mehak.

A pesar de que la prostitución está prohibida en Pakistán, la industria sexual no muestra ningún signo de que vaya a desaparecer.

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