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Uso Mixto: Work, Live & Play [OPINIÓN]

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Jorge Sánchez Herrera – Nómena ArquitecturaArquitecto/Urbanistajorge@nomena-arquitectos.com

Hace un par de años me sorprendió toparme con la publicidad de un nuevo proyecto en San Miguel que rezaba: work, live and play. Un edificio que, tratando de ser un conjunto unitario, ofrecía un bloque de viviendas junto a uno de oficinas sobre un pequeño centro comercial en el primer piso.

Aunque aún tímida y precariamente, los edificios de uso mixto (que combinan varios usos sobre un mismo lote) han comenzado nuevamente a ser promovidos en Lima. ¿La razón? El aumento del tráfico y del valor de la tierra, combinado con una interminable extensión horizontal de la ciudad ha hecho evidente la necesidad de concentrar los usos. ¿Quién no quisiera vivir cerca de su trabajo? ¿O no tener que perder buena parte de su tiempo en hacer sus compras?

Pero los desarrolladores enfrentan dos grandes problemas: Primero una anticuada zonificación que divide la ciudad en zonas comerciales vs. residenciales, promoviendo así los edificios de un solo uso y desincentivando la idea de una ciudad mixta y compacta. Y segundo, un arraigado ¿prejuicio? del futuro habitante que el mismo promotor da por sentado y no cuestiona. Aún muy pocos se atreven a vender un edificio de departamentos con un primer nivel comercial, así sea un mísero café.

Pero a pesar de que hoy esto parezca una propuesta innovadora, la ciudad tuvo un período (diría desde mediados de los 50´s hasta comienzos de los 80´s) donde estos edificios no eran una rara excepción. De hecho, Lima tiene un importante conjunto de edificios de uso mixto con el que hoy los arquitectos más vanguardistas e irreverentes del mundo apenas podrían soñar.

El Centro de Miraflores y Cercado de Lima probablemente concentran la mayor cantidad. ¿Viviendas sobre cines, bancos y restaurantes? Imposible hoy. Pero ahí están el edificio de los Cines Pacífico y el de los Cines Romeo y Julieta. ¿Galería comercial con viviendas y oficina? Pocos se atreverían. Pero ahí está el Edificio Mogollón (Cercado) cuya galería con cúpula conecta la Av. Emancipación con el Jr. Moquegua, el Edificio Caracol que conecta sus locales mediante una increíble rampa; y el Centro Líder, que además solía contener el popular bowling de la ciudad.

Hace poco se inauguró con bombos y platillos el edificio Markthal en la ciudad Rotterdam. Un proyecto publicado en todo el mundo por la forma de conciliar una supuesta oposición de sus usos: un mercado con viviendas. ¿Un suicidio inmobiliario? Quizás. Aunque en Surquillo pueden encontrar el Mercado Gonzáles Prada, que resuelve los mismos usos a una escala más barrial, y menos espectacular y llamativa.

Y así, paseando por Lima, uno podría encontrar cientos de edificios que contienen usos que podrían parecer incompatibles, pero que ahí están, construidos y funcionando. Aunque algunos funcionando mejor que otros, y otros ni siquiera funcionando, ciertamente.

Pero mis puntos son los siguientes. Para las Municipalidades: Si queremos tener barrios más activos, caminables y seguros, hay que promover una zonificación que sea menos restrictiva en cuanto al uso del suelo. No es vivienda u otros usos, es vivienda y otros usos. Para los promotores: ojalá se sigan haciendo más de estos edificios, pero aprendamos de los que ya se han hecho para poder hacerlos mejor. Hay muchas horas de trabajo y pensamiento plasmados en ellos que nos pueden servir para poder partir de un punto más avanzado y no tan precario y básico como lo que se está comenzando a hacer.

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