Liliana Mía Huambachano
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Hace 10 años o un poco más, estaba en la dulce espera de mi primer hijo. Tomé un taxi y de pronto el chofer cambió la ruta. Cuando le pregunté por dónde estaba yendo, no respondió… Se había metido por un lugar solitario, estacionó el vehículo y se volteó a tocarme como loco. Jaló mi blusa, me golpeó, quería besarme, casi lo tenía encima… Tenía 7 meses y medio de embarazo. Solo me cubría la barriga obviamente, tratando de proteger a mi bebe. Gracias a Dios, en ese momento pasaron dos mujeres y empecé a golpear el vidrio del auto, quería romperlo para pedir ayuda. Las señoras se percataron de lo que pasaba y me ayudaron a salir. Todo pasó tan rápido que ninguna logró apuntar la placa del taxi. Fue un momento terrible, pero fui al médico y logramos salir de esa mala situación mi bebe y yo. Hay muchos enfermos sueltos… La conclusión a la que llego ahora es que la unión hace la fuerza. Por eso, este 13 de agosto todas tenemos que ser una sola voz.
Lucía Oxenford
Tuve mi primer enamorado a los 15, y durante año y medio viví manipulada por él. Los primeros meses fueron lindos, hasta que empezó a decirme cosas como »gorda de mierda’ o ‘deja de comer, que así nadie te va a querer’. Inocentemente confundí eso con cariño. Incluso me llamó ‘puta’ y me hizo sentir culpable porque alguna vez un amigo suyo me hizo un comentario subido de tono. A los 16 años, sin que yo supiera, instaló un programa en mi laptop para ver todas mis conversaciones. Un día un amigo me confesó por messenger que le gustaba, y en menos de media hora, mi ex llegó a mi casa y me hizo un escándalo. Me empujó contra la cama y se fue. Pasaron unos días sin saber de él y eso me ayudó a despertar. No podía creer que había soportado tanto. A los días volvió y me dijo que yo no era nada sin él y que me daría una última oportunidad. Lo miré con asco y le dije: ‘¿Tú a mí?’… y me fui. Me sentí tan aliviada que no lloré, no valía la pena. El maltrato psicológico es algo que no se va, se te queda en la cabeza y te genera un trauma. Pero depende de nosotras salir adelante y hablar fuerte sobre este problema.
Katiusska Méndez
El 29 de julio sufrí las agresiones físicas de mi aún esposo (estamos en proceso de divorcio), José Luis Cárdenas Prado, el conocido ‘policía incorruptible’. Todo se inició ante mi negativa de tener intimidad. No le importó que nuestros pequeños (de 9 y 5 años) estuvieran en casa y le rogaran que me soltara. Me jaló, me abofeteó, me pateó en el suelo y dejó marcas en mis brazos producto de los golpes. En el forcejeo logré escaparme y llamar a mi familia. Cuando mi papá y hermano llegaron a auxiliarme, él golpeó a mi padre e intentó arrojarlo por las escaleras. Ese día puse la denuncia en la comisaría de La Perla, pero él se adelantó y nos denunció a todos alegando agresiones. Para ir al médico legista, me subieron en la misma movilidad con él. ¿Es usual que ‘agredida’ y ‘agresor’ viajen juntos? En ese momento, él me rogó que no lo denuncie, me dijo que ‘piense en los bebes’. Obviamente me negué. Por favor, ayúdenme a desenmascarar a este sujeto y que el caso no quede impune.
Adriana Ciudad
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Hace 16 años viví una experiencia en la que sentí que me faltaron el respeto. Pero era tan joven y como todos (estudiantes y profesores) parecían apoyar esa acción, me dejé llevar y quedé aturdida. Se trató del ‘Bautizo de Cachimbos’ en la Facultad de Artes de la Universidad Católica. El clímax de la humillación fue cuando seleccionaron a unas cachimbas -entre ellas yo- para ser literalmente subastadas por unas ‘joncas’ de cervezas. Nos hicieron ponernos en fi la y desfi lar sobre unas bancas. Los hombres iban mostrando su interés en comprarnos subiendo la cantidad de cervezas que estaban dispuestos a pagar para sentarse al fi nal de la noche con nosotras en el bar de enfrente (aunque nunca nos preguntaron si estábamos de acuerdo). Mayor fue mi asombro cuando unas chicas me felicitaron porque un chico ‘guapo’ me había ‘comprado’. Yo me sentí invadida, menospreciada a objeto de carne. Halagada me sentía, pero porque había ingresado a la facultad, confirmando mi vocación y mis aptitudes por el arte. Lamentablemente, fue así como me recibieron en la universidad. Espero que estos ‘bautizos’ ahora sean diferentes.
Katerin Díaz
Tengo 24 años y soy madre soltera desde hace cuatro. Cuando fracasó mi relación con el papá de mi hijo, decidí vivir tranquila, sola y enfocarme en mis estudios. Lamentablemente, apareció mi exenamorado, esa persona que una cree que es ‘el hombre de tu vida’… Retomé esa vieja relación y al principio todo fue lindo. Aparentaba ser una relación sana. Pero en realidad todo fue mentira. Él sacó a relucir su verdadera personalidad luego de poco tiempo. Comenzó a celarme, me agredía psicológicamente y despreciaba todo lo que yo hacía. Su argumento era que yo ya tenía un hijo y que por eso me podía acostar con todos. Sí, pienso lo mismo que tú al leer mi caso: fui una tonta. Una tonta al pensar que ese hombre podía amarme. Una tonta por dejarme manipular de esa manera. En una oportunidad, me botó de su carro, argumentando que yo era una cualquiera. Sola, con mi hijo, me alejé de su lado. Esta vez para siempre. Nunca más quiero volver a tener a un hombre manipulador a mi lado. Comparto mi historia para que ninguna mujer pase lo que yo pasé.
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Participa de la Reciclatón del 23 y el 26 de agosto