Por André Suárez
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Los 21 camaretazos por la Independencia del Perú es una tradición que cada 28 de julio desde el origen de la era republicana no deja de retumbar los edificios del Centro de Lima. Sin embargo, esta costumbre militar no tuvo su origen en la lucha independentista, sino desde la época colonial.
La raíz histórica de este rito castrense en nuestro país data del siglo XVI cuando los barcos arribaban al puerto del Callao. Para dar a conocer que las embarcaciones no eran una amenaza, los cañones del navío descargaban siete salvas con el fin de avisar que la artillería estaba descargada y a disposición de las autoridades locales. Esta primera cifra, que significa la “Ley divina que rige el Universo” en la cábala, fue una orden para los barcos ingleses que esperaban ser respondidos con más salvas por tratarse de una monarquía.
Luego de la ejecución de las siete salvas iniciales, el puerto debía responder al mensaje con tres salvas por cada cañonazo disparado para indicar que las baterías en tierra también estaban descargadas y en actitud de confianza, lo que suma 21 camaretazos del puerto.
Recién con la utilización de la pólvora de nitrato de potasio las embarcaciones estaban en la capacidad de hacer las 21 salvas sin perjudicar los recursos de la nave.
La regla de los 21 cañonazos, sin embargo, no era una práctica universal hasta que el imperio británico consensuó en 1875 con Estados Unidos la cifra para igualar las honras que debía recibir tanto una embarcación monárquica como republicana.
El número impar de disparos se debe a una antigua superstición naval. En la obra “Dialogues” de Nathaniel Boteler, publicada por el British Naval Records Society, se cuenta que el saludo militar debe ser impar, porque cuando “esto no ha ocurrido, el Capitán, el Capitán Segundo o el Jefe de Artillería pueden morir en el siguiente viaje”.
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Con el pasar del tiempo, las honras mediante las salvas en las costumbres navales se extendieron a la artillería en tierra con el mismo significado en las ceremonias oficiales: el respeto y el aprecio por símbolos gubernamentales.
El protocolo cada 28 de julio consiste en la ejecución de los 21 camaretazos por la Legión Peruana de la Guardia del Ejército, unidad creada por San Martín el 18 de agosto de 1821, ante la presencia del Presidente en la Plaza Bolívar antes y después del Mensaje de la Nación en el Congreso. También se realizan una serie de disparos ante el ministro de Defensa, pero solo a 19 salvas porque es un cargo de menor rango.
Aunque sean disparos sin proyectiles, los fogonazos resultan peligrosos para los soldados que operan los viejos cañones. En 2009, el soldado Jesús Armando Livia Bautista perdió la falange del dedo pulgar izquierdo y todo el dedo medio de la mano derecha por una salva que explotó, por equivocación, en su manos.
El caso más reciente de cañonazos en eventos oficiales tuvo lugar en Inglaterra con el nacimiento del hijo del príncipe Guillermo. La Tropa Real de la Artillería Montada detonó un total de 41 salvas para celebrar el natalicio: 21 cañonazos como saludo tradicional a la realeza más otros 20 por ser realizados en el parque real Green Park.