Una colonia de hipopótamos vive en Doradal, un poblado del noroeste de Colombia, donde el capo del narcotráfico Pablo Escobar, fallecido hace dos décadas, los introdujo en 1978.
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Eran parte de una colección de especies exóticas, con los que Escobar montó un zoológico en las 2.000 hectáreas de la Hacienda Nápoles.
Con los años, se han convertido en el mayor grupo de hipopótamos fuera de África y en un legado de Escobar que fascina a los turistas y a los pobladores de Doradal.
Pero el aumento de estos paquidermos también ha despertado alertas de los ambientalistas.
“Otro de los problemas que tenemos identificados es que posiblemente ellos estén desplazando a la fauna nativa, entre ellos se destaca el Manatí, que es una especie que está en peligro crítico de extinción, una especie nativa y por ende se estaría generándole una problemática a la biodiversidad colombiana”, dice el biólogo David Echeverry.
La mayoría de los animales que vivían en la hacienda napoles fueron vendidos tras la muerte del capo en 1993, pero los hipopótamos quedaron abandonados y su reproducción no tuvo control.
Son tan comunes que ya no sorprenden a los pobladores cuando aparecen en la puerta de sus casas y algunos como Alejandro Rojas hasta los consideran como la mascota del pueblo.
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“Ellos no son agresivos ni nada, ellos vienen, pastean y ya por la mañana se van otra vez para su hábitat. Pero ellos no le tiran a nadie después de que no los jodan”, opina rojas.
Los ambientalistas calculan que hay unos 35 hipopótamos, pero se esconden y eso hace difícil contarlos.
Para controlar su reporducción se ha planteado castrarlos, pero es un procedimiento complejo y caro.
Mientras las autoridades encuentran una solución, seguirán siendo el principal atractivo de Doradal.
Fuente: AFP