Recién en su tercer intento, Reino Unido entró en la Comunidad Económica Europea en 1973. El general De Gaulle vetó dos veces la adhesión de este país a lo que es hoy la Unión Europea. Le preocupaban las estrechas relaciones de los británicos con Estados Unidos y las naciones de la Commonwealth.
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Antes que nada Europa era un mercado atractivo en una época en que el país sufría una crisis económica importante. Ya siendo miembro, Reino Unido mostró su reticencia a transferir una parte de su soberanía y a ser parte de una estructura política europea.
El Reino Unido se ha mantenido al margen del grupo en varias ocasiones:
En 1984, Margaret Thatcher logró obtener una rebaja en la participación británica en el presupuesto europeo, con el argumento de que su país aprovechaba poco la política agrícola común.
Adhirió tarde y solo temporalmente al sistema monetario europeo, concebido para estabilizar las monedas.
Más tarde, el país rechazó unirse a la zona euro y al espacio Schengen.
Por último, Londres que no aceptó firmar el tratado presupuestario que obliga a los gobiernos a reducir su déficit.
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Y ahora, el primer ministro, David Cameron, vuelve a poner a prueba la paciencia de sus colegas europeos. En febrero de 2016, renegoció el rol del Reino Unido en la Unión Europea. Pero sus esfuerzos para garantizar ese estatus especial a su país, podrían resultar inútiles si en el referéndum de junio los británicos deciden salirse finalmente del grupo.
Fuente: AFP