El papa Francisco visitó el sábado la isla griega de Lesbos, puerta de entrada de los migrantes a Europa.
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Allí recorrió el campamento de Moria, donde unos 3.000 migrantes viven en condiciones terribles, según oenegés, desde que Europa endureció las medidas frente al éxodo iniciado en 2015.
‘Este es el mensaje que les traigo: no pierdan la esperanza’, dijo el pontífice.
En una oración común con el patriarca de Constantinopla Bartolomé y el arzobispo ortodoxo de Atenas y de toda Grecia, Jerónimo, pidieron al mundo que “responda con valentía” a la crisis.
“Los migrantes, antes que números, son personas, rostros, nombres, historias’, indicó en el puerto de Mitilene.
‘Ayúdanos a compartir con ellos las bendiciones que hemos recibido de tus manos y a reconocer que juntos, como una sola familia humana, todos somos migrantes’
Los tres prelados lanzaron flores al mar en memoria de las víctimas. En lo que va del año, 375 migrantes, en su mayoría niños, se ahogaron intentando cruzar el mar Egeo. Otros cientos murieron en 2015.
Tras la visita de cinco horas Francisco partió al Vaticano con 12 refugiados sirios musulmanes que serán acogidos por el Vaticano.