La candidata de izquierda Verónika Mendoza y Pedro Pablo Kuczynski, un experimentado político de centroderecha, luchan a cara de perro para asegurarse un lugar en la segunda vuelta el 5 de junio.
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Debate ideológico y generacional
En un país donde la palabra izquierda genera sarpullido en amplios sectores, Mendoza, congresista y psicóloga de 35 años, del Frente Amplio propugna más Estado.
Impulsa un Estado que promueva el desarrollo y gestione sectores estratégicos como el energético “para tener un rol más activo en la recuperación de nuestro gas, petróleo u otros” y para proteger el medioambiente, reducir la minería y potenciar el turismo.
Kuczynski, un político de 77 años tan seguro de sí mismo que ha creado un partido con las siglas de su nombre PPK (Peruanos Por el Kambio), cuenta con amplia experiencia en puestos ministeriales y es un ferviente partidario de la economía de libre mercado.
Los dos aspirantes al segundo puesto representan a dos generaciones, a dos idearios políticos distintos y su electorado dibuja la cartografía social del país.
La primera, de Cusco, en el sureste del país y capital del imperio Inca, atrae a las clases populares, más numerosas, y al sector rural.
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El segundo, más cosmopolita, que trabajó en Wall Street y el Banco Mundial, arrastra a un electorado urbano educado y pudiente, sobre todo en la capital, Lima, que con sus cerca de 10 millones de habitantes es el mayor centro electoral del país.
Diferente suerte en el balotaje
Pero su suerte puede ser distinta en caso de llegar a la segunda vuelta del 5 de junio. Según los sondeos, el ‘gringo’ Kuczynski vencería a Keiko Fujimori en un duelo entre los dos mientras que ésta desbancaría a Mendoza.
“La segunda vuelta es un partido de fútbol nuevo y se empieza con el marcador a cero”, dice el economista Jorge González.
Los cerca de 23 millones de electores, obligados a votar por ley, tendrán que elegir solo entre dos candidatos y no entre los 10 que concurren el domingo a la primera vuelta de la elección presidencial.
Los Fujimori no dejan indiferente a nadie en Perú. Keiko, que ya perdió la elección anterior ante Ollanta Humala, acapara un tercio de las preferencias de voto, prácticamente las mismas desde el inicio de la campaña. En buena parte, un voto cautivo heredado de su padre.
En el haber de Fujimori padre, figura el fin de la violencia de las guerrillas de izquierda, sobre todo de Sendero Luminoso, y la reversión de un desastrosa situación económica tras llegar al poder con una hiperinflación galopante.
Pero muchos son los que tienen grabados a fuego las violaciones a los derechos humanos y la corrupción que campó y acabó con su presidencia, y que le han valido una condena de 25 años de cárcel.
Las protestas que cada 5 de abril recorren el país en recuerdo del autogolpe de Fujimori en 1992, se han vuelto, con el correr del tiempo, en “una actitud más amplia, no solo de izquierda, sino de gente de cualquier ideología que defiende el Estado de derecho”, dice un editorial del diario La República publicado el viernes.
La principal perjudicada, según el editorialista Augusto Alvarez Rodrich, es la propia Keiko Fujimori, pese a sus esfuerzos por distanciarse de las posiciones autocráticas en las que se sustentó el partido fundado por su padre.