Desde los atentados de noviembre, París da miedo a los turistas, que son ahora menos numerosos en la capital francesa, pero los que vienen dicen relativizar los riesgos y disfrutar del encanto de la Ciudad Luz.
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París, la ciudad más visitada del mundo (19 millones de visitantes extranjeros en 2014), no se ha vaciado de turistas, ni mucho menos, pero las colas para entrar en el Museo del Louvre o subir a la Torre Eiffel son menos densas desde los atentados yihadistas, que causaron 130 muertos y cientos de heridos el 13 de noviembre.
Las reservas en los hoteles bajaron un 20%, estima François Navarro, directivo del Comité de Turismo de la región parisina. Muchos turistas, empezando por los japoneses, los chinos y los rusos, renunciaron al viaje.
Esos clientes venidos de países lejanos no representan los mayores contingentes de turistas en Francia, pero son los que más dinero gastan durante su visita.
“Desde los atentados de París, un 60% de nuestros clientes que preveían ir a Francia anularon el viaje o modificaron su destino”, declara Wang Yang, de la agencia de viajes Liurenyou de Pekín.
Guo Wei, intérprete china, confirma esa tendencia al afirmar que va a “esperar a ver si el Estado Islámico ataca de nuevo en Francia antes de planear un viaje”.
Muchos turistas chinos consideran que la seguridad en Francia “deja bastante que desear”, agrega Wang.
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Los atentados de enero contra el semanario Charlie Hebdo, una policía y un supermercado kósher habían afectado ya el sector turístico. Pero la frecuentación volvió a su ritmo normal tres meses después.
Las repercusiones de los atentados de noviembre han sido más fuertes porque los blancos de los ataques fueron las terrazas de bares y restaurantes y una sala de conciertos. No obstante, Navarro espera que las cifras del sector vuelvan a repuntar en marzo, y subraya que nunca hubo tantas medidas de seguridad en París, “lo que tranquiliza a los turistas”.
’La magia de París’
Las autoridades francesas multiplicaron las iniciativas para favorecer el retorno de los turistas, en particular los asiáticos, como la reducción del plazo para otorgar visas a los ciudadanos chinos.
En lo que respecta a la seguridad, se desplegaron 10.000 militares para proteger los distintos lugares del país, y los sitios más visitados contrataron compañías privadas de vigilantes para reforzar la protección.
Annika, una alemana de 23 años que viaja sola por primera vez, se declara “tranquilizada” por las patrullas de militares en las calles y por el control sistemático de los bolsos en las entradas de las tiendas y monumentos turísticos.
“Al principio no quería venir a raíz de los atentados, pero decidí no ceder al miedo” y ahora “la magia de París ha arrasado todo lo demás”.
Al igual que Annika, muchos turistas relativizan los riesgos cuando están en París. Una pareja de novios, Joel Haywood y Yao, que viven en Pekín, dicen que los atentados “pueden producirse en cualquier lado” y se muestran encantados con París, que es “como nos habían dicho”.
Los atentados son “parte de nuestra historia. Pero París sigue siendo la capital del amor, de la gastronomía y de las compras”, afirma Navarro.
Mark Woods y Samantha Arnold, una pareja de turistas británicos entrevistados frente a la catedral de Notre Dame, comparten esa visión de París romántico. “Acaba de pedirme que me case con él. Eso lo demuestra”, dice la joven. Mark precisa que le pidió la mano “bajo la Torre Eiffel”.