Ofrendas misteriosas, cánticos y sacrificios … El día nacional del vudú en Benín se remonta a los tiempos de las creencias tradicionales, antes de que el cristianismo y el islam llegaran al oeste de África.
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“El 10 de enero de cada año, venimos aquí a conmemorar, a celebrar con nuestros hermanos este festival y a estar en comunión con nuestros ancestros”, dice el sacerdote vudú Camille Rosso.
El festival anual comenzó en 1994, después de que el Gobierno de Benín lo autorizara tras largas décadas de prohibición, legitimando creencias que durante mucho tiempo estuvieron demonizadas por el cristianismo como brujería. Los fieles invocan a sus ancestros y a los elementos de la naturaleza: tierra, agua, viento y fuego. Aquí, en la costa, rezan a la diosa del agua, Mamy Watta.
“Nosotros estamos rezando para pedir cosas buenas. Quien no tenga esposa, encontrará buenas esposas. Quien no tenga marido, encontrará maridos. Por eso estamos haciendo la oración a la orilla del mar”, señala la feligresa Ablosi Motcho.
Como consecuencia del comercio de esclavos, la prácticas de vudú se extendieron del oeste de África a las Indias Occidentales, Brasil y EEUU. Según el último censo, del año 2002, un 17% de la población de Benín practica el vudú. Con las elecciones presidenciales programadas para el 28 de febrero, las autoridades tienen muchas ganas de educar a estos creyentes.
“Los dirigentes tenemos una responsabilidad, debemos iluminar a nuestros mayores, debemos ayudarles a que digan: entre varios candidatos, hay factores determinantes para hacer una elección que sea portadora de futuro y desarrollo”, dice Epiphane Quenum, dirigente local.
Aunque algunos de los jefes tradicionales ya han aconsejado a sus seguidores sobre cómo deberían votar, la mayoría de ellos está llamando a que se celebren unas elecciones pacíficas.