Fotos y videos interactivos y testimonios de víctimas conforman la colección permanente que invita a la reflexión sobre las razones que llevaron a un país que acababa de recuperar la democracia tras 12 años de dictadura militar, a vivir una larga noche de sombras y terror.
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“La primera imagen de la muestra es una mujer analfabeta votando en las elecciones de 1980, que marcaron el retorno de la democracia al Perú y que coinciden con el inicio del terrorismo de Sendero Luminoso”, resaltó a la AFP el director del proyecto, Diego García Sayán, al contextualizar que la violencia se inició contra una incipiente democracia.
García Sayán, expresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y excanciller peruano, resaltó “que el LUM busca hacer explícito que lo ocurrido en Perú fue muy distinto a los proyectos autoritarios de los países del Cono Sur” en la década de 1970 y 80.
Motivo de discrepancias
La obra pone fin a un proceso de cinco años marcado por tensiones entre autoridades y uniformados, que tuvo su punto álgido en la protesta y renuncia del primer director del proyecto, Mario Vargas Llosa, cuyo alejamiento en 2010 forzó al gobierno de Alán García a anular un decreto que favorecía a militares acusados de violar derechos humanos.
Vargas Llosa será el gran ausente en la inauguración del jueves por la noche, aunque estará presente a través de un texto en un folleto. “Yo creo que es muy importante que el LUM no sea un museo, sino una institución viva, donde vayan llegando cada vez más testimonios de los progresos o retrocesos del Perú en el campo de los derechos humanos y de la violencia”, reflexiona el premio Nobel.
La construcción del LUM generó recelos en sectores castrenses y partidos conservadores que consideraban que éste afectaría la imagen de los militares porque probablemente incidiría en las violaciones que cometieron las tropas durante la guerra interna.
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La oposición al museo de un sector de las FFAA llevó incluso a un ministro de Defensa a sostener que harían su propio museo con su versión de la guerra.
Memoria y cooperación alemana
El flamante local, un imponente edificio color cemento de 4.000 m2 al pie de acantilado frente al Océano Pacífico en Lima, se construyó a un costo de 11,5 millones de dólares, de los cuales el gobierno de Alemania aportó 4,2 millones de dólares.
Este museo representa el primer acercamiento desde el Estado por rescatar la memoria de un evento que marcó a fuego a su población, con la mayor cifra de víctimas incluso a las bajas sufridas durante la guerra contra Chile en 1879.
“Un extranjero se sorprendería de cuál fue el grado al que sucumbimos en este período de violencia. Es una puerta que introduce a una dimensión insólita, a un Perú distinto”, aseguró a la AFP Jorge Villacorta, uno de los curadores del LUM.
La ausencia de un museo sobre aquellos años de plomo ha hecho que casi dos generaciones de peruanos no tengan idea cabal de lo que fue esa época. “Si no fuera por el Movadef, el brazo legal de Sendero, no pensaríamos en la violencia”, acota Villacorta.
“Perú no es sólo gastronomía, Machu Picchu y playas. También es este país que se vio desgarrado. Esa violencia vivida hay que procesarla”, apunta Villacorta, quien es además un agudo y fino crítico de arte.
“La idea de que uno diga cómo afectan a una familia estos actos de alevosía, es buena para que quede registro de que las víctimas no son números sino personas de carne y hueso. El dolor se causa a todo su entorno, no solo a la víctima”, dijo a la AFP el excanciller José García Belaúnde, cuyo padre, Domingo García Rada, sufrió una emboscada de Sendero cuando presidía el Jurado Nacional de elecciones en 1984.
Unas 70.000 personas murieron y desaparecieron en el conflicto interno del Perú, según la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que analizó en 2003 esa etapa de la historia.
Dicha comisión concluyó que Sendero Luminoso fue la principal perpetradora de delitos de lesa humanidad, pero que las fuerzas armadas incurrieron también en graves violaciones a los derechos humanos y crímenes masivos contra poblaciones campesinas.