Agobiados por la crisis económica y de inseguridad, los venezolanos votaban este domingo en calma en unas cruciales elecciones legislativas en las que la oposición amenaza con arrebatar al chavismo el control parlamentario, por primera vez en 16 años.
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El presidente Nicolás Maduro apuesta por el “voto duro” chavista para profundizar el modelo socialista, pero según las encuestas la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD, centroderecha) lograría al menos la mayoría simple, en un parlamento dominado por el oficialismo de izquierda desde que en 1999 llegó al poder Hugo Chávez, fallecido en 2013.
“Pese a ser parlamentarias en un régimen presidencialista, son muy relevantes: dejarán una recomposición de fuerzas políticas y permitirán que la voluntad de castigo se pueda expresar”, declaró a AFP el analista Nicmer Evans, afín a Chávez pero crítico de Maduro.
Las legislativas representan, según el politólogo John Magdaleno, la posibilidad de un “contrapeso” en un Estado cuyos poderes “están totalmente controlados por el oficialismo.
En un hecho sorpresivo, Maduro accedió a que se le permita votar al líder opositor radical Leopoldo López, quien purga casi 14 años de prisión, según expresidentes latinoamericanos que se reunieron el sábado con el presidente.
“Ya voté, por la libertad, por mis hijos, por la libertad de Leopoldo López y de todos los presos políticos. El cambio ya inició”, declaró su esposa Lilian Tintori, quien precisó a la prensa que su marido sufragará en una urna móvil que le llevarán a la cárcel de Ramo Verde, en las afueras de Caracas.
Hasta ahora no se reportaban incidentes, aunque el país petrolero de 30,6 millones de habitantes votaba en un ambiente marcado por la polarización política, que esta vez tiene un nuevo actor: chavistas molestos con el gobierno de Maduro.