El conservador Mauricio Macri dio la sorpresa en las elecciones presidenciales del domingo al aventajar por poco margen al favorito Daniel Scioli, el candidato apoyado por la presidenta Cristina Kirchner, según los primeros cómputos. Ambos competirán en el primer balotaje de la historia argentina, el 22 de noviembre.
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Cuando todos creían que el resultado estaba cantado, a la medianoche del lunes el bunker de Macri estalló en abrazos, globos y desconcierto al conocerse que superaba por dos puntos a Scioli en los primeros cómputos de la Junta Nacional Electoral.
Ambos candidatos se acercaban a menos de un punto de diferencia (35,73%, Macri y 35,17 Scioli) con el 73% del escrutinio, pero seguía siendo un batacazo para analistas y electores. Aún falta por escrutar el 45% de las mesas en la provincia de Buenos Aires, bastión de Scioli, clave por ser del tamaño de Italia y con casi 16 millones de habitantes.
Ninguno de los candidatos logró sumar el 45% de los sufragios, o el 40% y una diferencia de diez puntos sobre su rival segundo para ganar en primera vuelta.
“Lo que ha sucedido hoy cambió la política del país”, dijo eufórico Macri, el empresario de derecha que es alcalde de Buenos Aires desde hace ocho años.
Antes de ponerse a bailar cumbia en la tarima, Macri apuntó que “los desafíos no son fáciles pero me tengo fe”, afirmó entre una lluvia de globos.
Casi seis horas después de que cerraran los centros de votación todos los candidatos se refirieron a la segunda vuelta pero sin resultados oficiales.
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“Convoco a todos los indecisos e independientes para alcanzar la victoria de todos los argentinos”, dijo Scioli en un reconocimiento implícito de la segunda vuelta ante sus partidarios en el estadio Luna Park de Buenos Aires, su sede de campaña.
La elección pone fin a 12 años de gobiernos centroizquierdistas de los Kirchner, con el exmotonauta Scioli (58), gobernador de la provincia de Buenos Aires, delante de Macri (56), líder de la oposición, magnate empresario y alcalde de la capital.
Impedida por ley de presentarse a un tercer mandato y sin delfín, Kirchner (62) respaldó a Scioli, quien a diferencia de la mandataria se inclina a la centroderecha y es amigable con los mercados y los grupos económicos.