Esta fábrica de máscaras artesanales ubicada en la ciudad de Jiutepec en el centro de México, se prepara para Halloween.
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Este año, en vez de los habituales disfraces de brujas o duendes, los personajes son el Chapo Guzman y Donald Trump, dos grandes villanos para los mexicanos.
“Es una crítica cómica. Creo que es cómico porque es como ya alguien se disfrace y dice: ‘Yo soy El Chapo, ahí me los escape’, o un personaje audaz”, señala Dina Diego, coordinadora del área de terminado.
Quizás algunos consideren una provocación disfrazarse del poderoso y temido líder del cártel de Sinaloa tres meses después de su espectacular fuga de prisión.
Al parecer es lo que justo quieren generar sus creadores.
“Por la parte de en frente viene el nombre del Chapo, su numero real, y en la parte de atrás viene ‘#No era penal de máxima seguridad’. Mas que nada, si lo critican un poco, pero somos Mexicanos, entonces de la tragedia todos nos reímos y de todo sacamos lo bueno para divertirnos”, señala Maria del Carmen Navarro, ingeniera de diseño textil.
Sin duda, una controversia que para esta ingeniosa empresa se ha traducido en ganancia.
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Hasta ahora se han vendido 3700 máscaras del prófugo narcotraficante que tienen un valor de entre 25 y 30 dólares.
La máscara de Donald Trump, el precandidato presidencial estadounidense que se ha convertido en el archienemigo nacional por su discurso xenófobo contra los mexicanos, es la última invención de la fábrica y aún no tiene precio.
Pero sus creadores confían que no quedará ni una máscara en el almacén.
