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¿Debe cambiar la fecha de las Fiestas Patrias?

‘Nuestra Fiesta Patria debería ser el 9 de diciembre, Batalla de Ayacucho, fecha en la que definitivamente se expulsó a los españoles (y no el 28 de julio, cuando se pro-clamó la independencia)’, cuestionó el periodista Aldo Mariátegui la semana pasada en su columna de Peru21.

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Esta controversia por el día central de nuestra celebración patria no es reciente. El mismo Ollanta Humala, en el año 2009 (cuando era candidato presidencial), expresó la misma postura en un video que todavía se puede ver en YouTube.

Cambiar la fecha de nuestras Fiestas Patrias y romper así una tradición de casi dos siglos resultaría utópico. Sin embargo, según algunos historiadores consultados, revalorar las batallas de Junín y Ayacucho (6 de agosto y 9 de diciembre de 1824, respectivamente), dos victorias que permitieron liberarnos definitivamente del dominio español, es una deuda que tenemos pendiente.

MEMORIAS DEL OLVIDO

El 28 de julio de 1821, el general José de San Martín proclamó la independencia del Perú ‘por la voluntad general de los pueblos’. Una frase que refleja el proceso de insurgencia que ya se había iniciado años atrás con los primeros gritos libertarios en Tacna, Lambayeque, Trujillo, Maynas y otras provincias, según explica Lourdes Medina, investigadora de la Comisión Permanente de Historia del Ejército del Perú.

Sin embargo, en la práctica, el Perú aún no era libre ni independiente, y continuaba bajo el poderío español.

El primer triunfo claro de los patriotas se daría recién tres años después, el 6 de agosto de 1824 en la Batalla de Junín, recuerda el historiador Daniel Parodi, docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).

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Aquel día, el Ejército Unido Libertador del Perú (conformado por tropas peruanas y colombianas) venció por primera vez a los realistas.

‘La derrota fue abruma-dora y permitió dos cosas importantes: desmoralizar a los españoles y demostrar a los patriotas que sí podían ganar la guerra’, agrega Medina.

Según precisa Medina, la Batalla de Junín no solo fue el último enfrentamiento de caballería con lanza y sable de la historia universal (no se utilizaron fusiles). Esta victoria fue el preámbulo de la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, el heroico enfrentamiento que permitió sellar por fin la independencia del Perú y en general de Sudamérica, con la expulsión definitiva de los españoles de la región.

Curiosamente, este triunfo, así como los primeros actos insurgentes del proceso independentista, se celebra con gran entusiasmo en otros países de Sudamérica, como Colombia, Chile y Ecuador, sostienen los historiadores. En el Perú, en cambio, dos de las batallas más importantes de nuestra historia parecen haber quedado en el olvido. ‘Toda la parafernalia peruana se moviliza el 28 de julio. Sin embargo, a pesar de su relevancia, poco o nada se hace para el 6 de agosto y el 9 de diciembre’, lamenta Parodi.

La próxima celebración por el Bicentenario del Perú en el 2021, agrega Lourdes Medina, podría ser un buen momento para reivindicar las fechas de estas batallas. ‘Es hora de reconstruir nuestra historia a partir de victorias’, señala.

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