Por Verónica Klingenberger
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Imposible olvidar ese gol que nos clavó en el minuto 81. Era 1985 y Perú le ganaba a Argentina 2 a 1 en Buenos Aires. Fue ese partido lluvioso, con los shorts cortos y llenos de barro, donde Reyna seguía hinchando a Maradona. Si ganábamos, Perú clasificaba a México 86. Pero no ganamos. Argentina nos empató en el minuto 81 y fue Ricardo Gareca quien marcó el tanto. 30 años después, el Tigre es el entrenador de la selección peruana de fútbol, un equipo por el que nadie daba un centavo antes de la Copa América. Tampoco es que ahora lo apostemos todo por ellos. Tantas y tan vergonzosas derrotas nos han vuelto precavidos, al menos a los que aún gozamos de cierta lucidez.
A pesar de los resultados -solo dos partidos ganados, uno ante una Venezuela con 10 hombres y otro ante Bolivia-, muchos coincidimos en algo: el juego de Perú no es el mismo que hemos visto durante tantos años de humillaciones y mal fútbol. Esta forma de jugar, no la veíamos desde hace tiempo y solo podíamos disfrutarla a través de algún video con pésima resolución en YouTube. La pelota en el piso, el toque, el orden y sobre todo, las ganas de ganar. La psicología de los deportistas de primer nivel es compleja. Se forman compitiendo y la única meta permitida es ganar.
Así de simple. Si pierdes eso de vista olvídate de laureles y glorias. Cuando se gana una vez un campeonato o una medalla de oro, cualquier derrota te dolerá siempre más que un puñetazo en el esternón. Si pierdes durante años te pasará algo aún más terrible: te olvidarás cómo se gana. La selección peruana debe aprender a ganar de nuevo. Ya nos la creímos con el Mago y casi quedamos últimos en las eliminatorias. La Copa América no debería volver a ser garantía de nada.
Pero volvamos al buen fútbol. El lunes por la noche alguien escribía en El País de España: ‘La selección de Gareca tiene buen pie, ocupa racionalmente la cancha y sus futbolistas se despliegan sobre las líneas de fondo como si fueran funambulistas, artistas que juegan sobre las rayas del campo de forma artística y aseada, siempre en busca del remate terminal de Guerrero’. La selección de Gareca genera respeto. Y entre las credenciales del nuevo DT están su pasado como goleador y entrenador.
El Tigre, quien se ganó el apodo por la ferocidad que mostraba en el área rival, conoce nuestro fútbol mejor que muchos peruanos. En el 2008 hizo que la ‘U’ campeonara en el Apertura y clasificara a la Copa Libertadores. ‘… Conozco muy bien al jugador peruano. Ahí me quedé sorprendido de la capacidad futbolística de cada uno de ellos. Es un país con historia y de grandes jugadores de fútbol’. Luego de su paso por Universitario volvió a Argentina como DT del equipo del que fue hincha desde pequeño, Vélez Sarsfield. En tres años le dio cuatro títulos y lo llevó a las semifinales de la Libertadores y la Sudamericana. Todos alabaron su trabajo y su estilo sobrio de conducir.
Su apuesta sigue siendo la misma y se puede resumir en tener como objetivo el arco rival. ‘Soy un convencido de que aún con un hombre menos le pudimos dar vuelta al marcador adverso y quedarnos con la victoria’, dijo luego de la derrota ante Chile. También confesó que le costaba dormir cuando perdía. Esas dos declaraciones me resultan promisorias. Gareca cree que Perú puede ganar. Y nosotros queremos creerle a él.