Por Verónica Klingenberger
PUBLICIDAD
A veces, los músicos se olvidan de lo más importante: las canciones. El Aire, esa banda de culto de los 90 liderada por José Javier Castro, ha vuelto para recordarnos lo esencial. Pacífico es un homenaje con nervio rockero a la canción popular latinoamericana. Canciones de letras simples que hablan de emociones simples. 12 temas fueron los seleccionados. En un principio, se apuntaba a que las canciones hayan sido compuestas en países de la costa pacífica latinoamericana, ‘incluyendo a Bolivia’. Pero la alusión no era solo geográfica (al final, se terminó por incluir canciones de Argentina, Puerto Rico y hasta un tema de Raphael): Pacífico también apuntaba a la buena onda que debería existir entre países que cantan las mismas canciones.
El sonido es fresco y cercano, con coros que suenan a borrachera eufórica de amigos histriónicos y entonados. La voz de JJ Castro desconcierta y asombra, y fue algo en lo que puso especial cuidado: para la grabación de estas versiones dejó la guitarra de lado y se concentró únicamente en la interpretación. Cada músico aportó algo en los arreglos. Camilo Riveros (bajista de la banda en ese entonces) y Jorge Ramírez son los responsables de que tus pies empiecen a moverse sin control gracias a secciones rítmicas fiesteras y celebratorias. Las guitarras, a cargo de Camilo Uriarte y Fernando Mora, son el aporte más rockero con su correspondiente venia a la chicha y a la cumbia. Algo en Pacífico remite a una grabación en directo. Y no es coincidencia. El DIY era parte del plan. Para grabarlo compraron una tarjeta de sonido, un preamplificador y micrófonos para registrar todo en simultáneo, en ocho canales en casa de Camilo. Las voces y vientos vinieron después. Tres años pasaron antes de que fuera mezclado y posproducido por Wicho García.
Finalmente, ya puedes descargarlo desde el Basecamp de la banda. El cancionero popular de El Aire incluye versiones de Cómo voy a olvidarte, del ecuatoriano Segundo Rosero (siempre quisieron interpretarla con un estilo parecido a The Byrds), Cuando crezcas pueblo mío, un sentido himno del nicaragüense Luis Enrique Mejía Godoy, más poético que ideológico, Corazón Andino de los Shapis (en los 80, JJ Castro escuchó tantas veces un casete de la emblemática banda chicha que terminó por malograrlo), Abrázame, de los Yorks (una suerte de wtf que se agradece) y varios himnos cantineros como A la sombra de mi madre, Cruel condena, de Lucho Barrios, El teléfono, encargo de su creador Franklin Cabrejos y punto de partida del disco, y Ausencia, de Héctor Lavoe.
La banda ya prepara el concierto de presentación. El primer local que barajaron fue el prostíbulo Las Cucardas. ¿Qué mejor lugar para cantar a todo pulmón letras como ‘¡eres más que mi amor, la razón de mi vivir!’? Lamentablemente, las negociaciones no han prosperado porque el local se ha mostrado muy hermético ante la propuesta. ¿Será que en Lima hasta los prostíbulos son conservadores? Pero tranquilos, que ya se viene una fiesta donde todos nos pondremos a cantar. Porque ese es el efecto de las verdaderas canciones. Esas que sobreviven a todo, a pesar de su ingenuidad o tal vez gracias a ella. Esa pureza se mantiene intacta en el nuevo disco de El Aire. Y ojalá que ese aire pacífico se convierta en cálido viento que reanime muchas orillas.