Que las personas vuelen en el espacio profundo —como Marte o un asteroide— es uno de los mayores deseos de la NASA, pero una investigación difundida el viernes apunta a que la exposición a las radiaciones puede provocar daños permanentes en el cerebro.
PUBLICIDAD
Las consecuencias de la exposición prolongada a las radiaciones —daños en el sistema nervioso central y pérdida de capacidades cognitivas— fueron observadas en ratones de laboratorio, dijeron los investigadores de la Universidad de California.
Investigadores expusieron a los roedores a partículas altamente cargadas de energía —similar a las radiaciones cósmicas con las que se encontrarían los astronautas durante sus vuelos en el espacio—.
“No es una noticia positiva para los astronautas embarcados en viajes de dos a tres años a Marte”, dijo el autor principal del estudio, Charles Limoli, profesor de radiación y oncología en la Escuela de Medicina de la UCI.
“La reducción de la capacidad de trabajo, los déficits de memoria y la pérdida de conocimientos, así como las dificultades de concentración durante los vuelos en el espacio podrían afectar a las actividades esenciales de la misión”, explicó, añadiendo que “estas radiaciones cósmicas podrían alterar las capacidades cognitivas de los astronautas durante toda su vida”.
Actualmente, los astronautas rotan por períodos de unos seis meses en la Estación Espacial Internacional (ISS).
En marzo, el astronauta estadounidense Scott Kelly y el cosmonauta ruso Mijail Kornienko empezaron la primera misión de un año en el punto de investigación en órbita para probar el impacto de vuelos espaciales más largos sobre el cuerpo y la mente humanos.
PUBLICIDAD
La NASA intentará mandar personas a Marte en la década de 2030, pero los escépticos dicen que la tecnología está muy lejos de estar lista. Tampoco está claro si un viaje de estas características sería seguro para las personas.
La investigación, publicada en la revista estadounidense Science Advances, expuso a roedores de laboratorio a partículas cargadas de radiación durante seis semanas en el Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA del Laboratorio Nacional de Brookhaven.
Este oxígeno y titanio completamente ionizados provocaron a los ratones inflamaciones cerebrales que interrumpían la transmisión de señales entre neuronas, dice el estudio.
La radiación perjudicó la red de comunicación cerebral, interfiriendo en la capacidad de las células nerviosas de transmitir señales.
“Como una bala, las partículas cargadas golpeaban las ramificaciones de las células dendríticas y provocaba su rotura”, dice el estudio.
“Es conocido que la pérdida de las ramificaciones dendríticas está vinculada con la disminución cognitiva del Alzaheimer y otras enfermedades”.
Otras pruebas mostraron también que los ratones irradiados tenían poca capacidad de aprendizaje y de memoria y tenían tendencia a la confusión, en comparación con ratones normales.
“Los animales expuestos a radiación no tenían curiosidad (y eran menos activos) en nuevas situaciones y eran más fáciles de confundir”, dice el estudio.
“Si los cambios neuronales ocurren en ratones (también) ocurren en astronautas, su respuesta a situaciones inesperadas y su habilidad para razonar en el espacio y para memorizar información puede verse dañada”, agrega el estudio.
Problemas mentales similares podrían tomar meses en desarrollarse en humanos, pero cualquier misión a Marte tomaría probablemente al menos un año y medio, y probablemente más.
Vivir en la Estación Espacial Internacional no es tan peligroso. La plataforma gira alrededor del planeta a una altura que todavía está dentro de la magnetosfera que protege la Tierra.
En consecuencia, los astronautas no se ven bombardeados por radiaciones cósmicas que existen en el espacio profundo, remanentes de explosiones pasadas conocidas como supernovas.
Charles Limoli forma parte del Programa de Investigación Humana de la NASA, que está demostrando que la radiación espacial afectaría a los exploradores del espacio profundo.
El investigador dijo que la nave espacial podría incluir protección adicional en algunas áreas, pero que esas partículas altamente enérgicas persisten “y realmente no hay forma de escapar a ellas”.