“Nazis fuera’, los cánticos de una manifestación antifascista suben de volumen a medida que la marcha llega a la plaza central de Braunau, en el norte de Austria.
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Aquí es donde nació Adolf Hitler en 1889, y para los manifestantes sigue siendo un símbolo de la extrema derecha.
Hitler apenas estuvo unas semanas en el número 15 de Salzburger Vorstadt, donde sus padres alquilaron un departamento.
El tiempo que pasó aquí, incluyendo el anuncio de su nacimiento, está bien documentado en los archivos de la ciudad.
Para el historiador local Florian Kotanko, la fascinación con la casa está vinculada a su apariencia mundana, la idea de que un asesino en masa nació tras unos muros de apariencia tan ordinaria.
“Él es el símbolo del diablo. Sin embargo, la filósofa Hannah Arendt habla también de la ‘banalidad del diablo’, y está claro que Hitler procedía de una familia normal de clase media’, señala.
El edificio ha sido la principal atracción de Braunau desde la era nazi, muy a pesar de los 17.000 residentes. Monika Raschhofer, editor de un diario local, dice que muchos están cansados de esta atención no buscada.
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“Hay muchos residentes que desean que Braunau no sea conocida solo por la casa de Hitler, sino por su excepcional herencia gótica en el centro de la ciudad, que es muy desconocida. Este es realmente el deseo de los residentes, que se presente una cara distinta de Braunau al mundo’, señala Raschhofer.
Por ahora, sin embargo, la casa continúa generando titulares.
El edificio, una vez usado como centro para personas con discapacidades permanece vacío desde 2011 y necesita renovación.
Pero el dueño rechaza dar permiso a su inquilino, el gobierno austríaco.
Austria paga más de 5.000 dólares al mes para asegurarse de que las instalaciones no caen en manos de neo-Nazis. Ahora quiere ir más allá y convertirse en el único dueño.
“Necesitamos reconocer los hechos y los hechos son que hay un alquiler. Así que tenemos que hacer una oferta de compra y al mismo tiempo tenemos que estudiar la posibilidad legal de una expropiación’, señala el portavoz del gobierno Karl-Heinz Grundboeck.
Un memorial del holocausto frente a la casa de Hitler hace un llamado a la paz, la libertad y la democracia.
El pasado año, un grupo de vándalos lo destrozó. Una señal, dicen los manifestantes antifascistas, de que el dilema de la casa número 15, necesita ser resuelto lo antes posible.