El Papa Francisco criticó este jueves a los curas “con cara de vinagre, quejosos y, lo que es peor, aburridos”. Estas fueron sus palabras durante la homilía en una misa que ofreció en la Basílica de San Pedro por Jueves Santo.
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No obstante, el Sumo Pontífice dijo también que entiende el “cansancio” de los sacerdotes entregados a su labor pastoral.
“Con tantas emociones, el corazón del pastor se cansa. Para nosotros los sacerdotes las historias de nuestra gente no son un boletín informativo. Nuestro corazón se deshila, se deshace en mil pedazos” con esos problemas, dijo el santo padre.
“El cansancio de los sacerdotes, ¡el cansancio de todos vosotros! Pienso mucho en ello y rezo a menudo, sobre todo porque yo también estoy cansado”, añadió también.
Luego del oficio, el Papa fue a la cárcel romana de Rebibbia, donde le lavó los pies a seis presos hombres y seis mujeres, imitando el gesto de Jesús con sus discípulos en la Última Cena.