Amelia Lapouble tiene 28 años y cree que si se legaliza el aborto en Perú, el número de casos aumentará incontrolablemente. Como ella, unas 500 mil personas marcharon el sábado en la Marcha por la vida , movimiento que además rechaza la unión civil entre homosexuales.
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“Somos 500 mil aquí reunidos (…) Un Perú que defiende la vida, que defiende el matrimonio entre un hombre y una mujer y que defiende la familia”, dijo un entusiasmado arzobispo de Lima y cardenal, Juan Luis Cipriani, promotor de este encuentro, mientras fuegos artificiales iluminaban el cielo la noche del sábado en el circuito de playas de la capital limeña, donde fue la cita.
“Sí a la vida”, “Dios hizo a Adán y Eva, no a Adán y Esteban” o “Dios no creó un tercer sexo”, se leía en algunas de las pancartas que llevaban ciudadanos católicos y evangélicos. Estudiantes de colegios religiosos, agrupaciones parroquiales y familias llegaron provistos de carteles, globos y entonando cantos. Según los organizadores, esta es la mayor marcha de su tipo en América Latina.
Ni ante una violación
Cipriani, un conservador sacerdote del Opus Dei y quien recientemente dijo que la aplicación WhatsApp era responsable de las infidelidades en las parejas, leyó una carta del papa Francisco, donde saluda la manifestación. Más temprano, el sábado, el cardenal insistió que, ante un embarazo por violación, tampoco cabe el aborto.
“A un problema de una violación no le podemos añadir el asesinato. El mundo que hoy se atreve a tantas cosas tiene que ser humilde. También la ciencia va en ayuda de esas situaciones. Hay mucha plata para abortar pero no tanta plata para hacer lugares de acogida”, aseguró Cipriani en el programa diálogos de fe de la emisora radial RPP.
En Perú, un país altamente conservador, con 30 millones de habitantes y donde según el Vaticano 26 millones son católicos, el aborto es legal por malformación grave del feto o cuando está en peligro la vida de la madre.