Por Sabrina Rodríguez
PUBLICIDAD
El video grabado por la ciudadana Romy Schroth en el que se ve como un hombre maltrataba a un niño de aproximadamente cinco años en un auto en San Isidro -luego se supo que era su padrastro-, ha causado gran indignación.
Lamentablemente, no es un caso aislado de violencia familiar en nuestro país. Así, un total de 15 mil 579 de menores de edad afectados por violencia familiar y sexual acudieron durante el año pasado al Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (Mimp) en busca de refugio, ante los maltratos que sufrían ellos mismos o sus madres en casa.
Todos ellos recibieron atención en alguno de los 266 Centros de Emergencia Mujer (CEM) del Mimp, un servicio en el que personal especializado brinda orientación legal, defensa judicial y consejería psicológica.
Desde la Defensoría del Pueblo hay una condena clara ante casos como el de San Isidro. ‘Nada justifica el maltrato a los niños y adolescentes. Corregirlos y disciplinarlos debe hacerse dentro de un marco de respeto, nunca con agresión’, le dice a Publimetro Mayda Ramos, adjunta para la Niñez y la Adolescencia.
Ella explica que en nuestro país los menores están protegidos por la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU, que el Estado ratificó en 1990. ‘Este es el instrumento internacional más importante en materia de niñez y adolescencia’.
PUBLICIDAD
Su ratificación supuso que los niños no pueden ser vistos como objetos de posesión de los adultos. ‘Son seres humanos que se merecen todo el respeto. No pueden ser maltratados’, precisa Ramos.
También explica que en el Congreso está pendiente de debate un Nuevo Código de Niños, Niñas y Adolescentes. Esta iniciativa se encuentra en la Comisión de Justicia.
Al respecto, la Defensoría hace un pedido para que este texto recoja explícitamente la prohibición del castigo físico y humillante como forma de corrección o educación.
Ramos asegura que en los últimos años los niños han ido tomando mayor conciencia sobre sus derechos, aunque a la hora de denunciar agresiones a veces se echan para atrás por un sentimiento de culpa. ‘Es difícil hacer la denuncia pero, cuando los niños lo hacen, a diferencia de los casos de violencia de género, las comisarías sí son receptivas’.