Incluyendo las 12 personas asesinadas en Charlie Hebdo, fueron 17 los muertos en este doble ataque yihadista, coordinado desde el principio, según las investigaciones, y que se prolongó durante 53 interminables horas.
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Al caer la tarde la unidad de élite de la gendarmería dio el asalto en Dammartin-en-Goële, a unos 40 km al noreste de París, en la imprenta donde los hermanos Said y Chérif Kouachi se habían refugiado, y en la que un empleado de 26 años permaneció escondido, en el primer piso del establecimiento, sin que los yihadistas llegaran a detectarlo.
Said y Chérif, franceses de origen argelino de 32 y 34 años, presuntos autores de la matanza del miércoles en los locales de Charlie Hebdo, cayeron bajo el fuego de las fuerzas del orden tras salir en tromba de la imprenta disparando con sus fusiles kalashnikov, según la policía.
El joven que se escondió salió sano y salvo, después de haber informado durante horas a las fuerzas policiales mediante mensajes de texto.
Casi al mismo tiempo moría en otro asalto de las fuerzas de élite otro joven estrechamente vinculado a los dos yihadistas, Amedy Coulibaly, de 32 años, que se había declarado por su parte miembro del grupo Estado Islámico (EI), alzado en armas en Siria e Irak.
Coulibaly declaró a una televisión francesa, que logró llamarlo a su celular, que estaba en coordinación “simultánea” con los hermanos Kouachi, que tenía a 16 rehenes en su poder y que cuatro estaban muertos.
El joven, un delincuente que se había radicalizado en la cárcel, quería “matar judíos” y por eso penetró en un supermercado de comida kósher en el sureste de París, después de haber matado a sangre fría a una policía y herido a otra persona la víspera, según sus propias declaraciones.
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En el asalto policial, Coulibaly murió y cuatro personas resultaron heridas, entre ellas un agente.
El asalto de las fuerzas de intervención comenzó con detonaciones, antes de que varias decenas de agentes ingresaran al supermercado de alimentación judía.
Vínculo entre los extremistas
Coulibaly había conocido a Chérif Kouachi en la cárcel.
El presidente François Hollande dijo tras el dramático desenlace que Francia supo “hacer frente” pero advirtió de que “no ha terminado con las amenazas” que pesan sobre el país.
Una autoridad religiosa de Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA), a la cual pertenecían los hermanos Kouachi, amenazó a Francia con nuevos ataques en un video difundido el viernes, reveló el centro de vigilancia estadounidense de sitios islámicos (SITE).
“No estarán en seguridad mientras combatan a Alá, a su mensajero y a sus creyentes”, dice Narit al Nadari al pueblo francés en dicho mensaje.
En fuga sigue la esposa de Coulibaly, Hayat Boumeddienne, de 26 años, presuntamente armada y extremista como los tres fallecidos.
Coulibaly pudo además llamar a “amigos” para animarlos a cometer atentados contra comisarías, según explicaron fuentes de la investigación a la AFP.
El periplo sangriente de Coulibaly empezó, según las investigaciones, cuando mató a una policía e hirió a otra persona el jueves en Montrouge (periferia sur de París).
Antes de morir, Chérif Kouachi declaró al mismo canal televisivo que había contactado a Coulibaly que viajó a Yemen en 2011 y fue financiado por el islamista norteamericano-yemenita Anwar al Awlaki, muerto en ese mismo país en septiembre de 2011 en el bombardeo de un dron norteamericano.
En la lista negra de EEUU
En Washington, funcionarios norteamericanos revelaron que los dos hermanos estaban desde hace años en la lista negra estadounidense del terrorismo, y que Said Kouachi se había entrenado en el manejo de armas en unidades en Yemen en 2011.
Ambos figuraban en la “No Fly List” norteamericana que prohíbe a aquellos que la integran volar hacia o desde Estados Unidos.
Los ataques perpetrados con armas de guerra en pleno centro de París incrementaron la preocupación que generan los grupos yihadistas y que son considerados como una verdadera amenaza por las autoridades occidentales.
“Hay un fallo, es evidente. Cuando hay 17 muertos, es que se han producido fallos”, reconoció el primer ministro Manuel Valls.
Francia conmocionada
El ataque contra Charlie Hebdo mató a algunos de los caricaturistas más famosos del país, entre ellos Wolinski, Cabu y Charb, cuyo semanario irreverente publicó a partir de 2006 varias caricaturas del profeta Mahoma que generaron indignación en el mundo islámico. Desde entonces vivían bajo constantes amenazas de muerte.
Cuatro de los once heridos del ataque cuyo estado era considerado grave ya no se encuentran en peligro de muerte, según el ministerio del Interior.
Los sobrevivientes de la redacción de Charlie Hebdo anunciaron que el próximo miércoles saldrá a la venta una edición especial de un millón de ejemplares de la revista satírica, para la cual comenzaron a trabajar este viernes en los locales del diario Liberation.
Los imanes de Francia exhortaron por su parte, en las plegarias del viernes, a sus fieles a rechazar la violencia.
“Denunciamos con la más fuerte determinación estos crímenes detestables cometidos por terroristas, cuya acción criminal amenaza nuestra voluntad de vivir juntos”, dijo el presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), Dalil Boubakeur.
Las condenas llegaron igualmente de países musulmanes como Irán o Turquía.
El domingo está convocada una gran marcha en París, con la asistencia del presidente François Hollande y de dirigentes europeos la alemana Angela Merkel, el italiano Matteo Renzi, el español Mariano Rajoy, el británico David Cameron, de las instituciones europeas y con representantes de Canadá, Estados Unidos y otras naciones, para condenar los hechos y defender la libertad de expresión.
Sin embargo, la “gran unidad nacional” proclamada por los organizadores se fisuró con la exclusión de la extrema derecha denunciada por su líder Marine Le Pen.