Por Verónica Klingenberger
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Odio estar de acuerdo con Alan García, pero los desatinos del presidente Ollanta Humala nos han llevado a congeniar por completo, con la natural aversión y temor que eso me provoca. García tuiteó lo obvio: ‘Para tapar lo de Martín Belaunde, el oro de los mineros y la caída económica usan cortinas de humo: Burga, el sueldo del BCR, etc, etc.’. Los titulares resultan más divertidos que los de las decenas de medios satíricos que han aparecido en internet: ‘Ollanta Humala criticó la gestión de Manuel Burga en la FPF’, ‘Ollanta Humala en desacuerdo con aumento salarial de jefe del BCR’, ‘Reimond Manco le responde así al presidente Ollanta Humala’, etc.
La primera cortina de humo es un disparo certero a un arco sin red. Al presidente no solo le preocupa el nivel del fútbol peruano sino que le parece un castigo que no clasifiquemos al Mundial. Cree que es una pena que el deporte más popular no nos traiga satisfacciones y también sospecha que eso dice mucho de la gestión de las autoridades. Así, Humala le da un pase de taquito al fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia, quien anuncia una megacomisión que ahora quiere investigar a Burga por lavado de dinero. ¿Cómo explicarle a Humala y Carlos Ramos Heredia que la única institución (nos guste o no) que toca pito en ese partido de intereses privados es la FIFA? Presidente y fiscal deberán jugar su pichanguita en otra parte.
Esconder bajo la alfombra tantos elefantes negros no es tan fácil. Imagino a Humala y sus asesores: ‘¿Qué hacemos, muchachos?’ ‘¡Sigamos hablando del fútbol peruano, mi comandante!’ Uno le lanza una Viniball, el presidente la para de pecho, la baja y patea en primera contra el pobre Reimond Manco. ¿Por qué no eres James Rodríguez?, le increpa a su manera. Manco lo mide y responde con un taponazo a la cara: ¿Por qué no te preocupas por la delincuencia en un país que cada día está peor? Pitazo final. Editores de actualidad y editores deportivos pelean por la noticia.
Pero algunos tienen poco desarrollado el sentido del ridículo y ayer nuestro ilustre mandatario decidió cuestionar el aumento de sueldo del presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, uno de los mejores economistas que tiene el Perú. Le pareció buena idea mandarle una carta personal para informarle que no está conforme con la medida porque Velarde ocupa ya el cargo que recibe la mayor remuneración del Estado. Papelón. Uno, porque para reajustar los salarios de todos los trabajadores del BCR, debe considerarse también el aumento del sueldo de su presidente. Así, el directorio aprobó otorgar un incremento promedio del 6% a todos sus trabajadores, con el objetivo de mantener sus cuadros técnicos intactos. Cabe aclarar que lo que le quitaba el sueño a Humala eran 2.496 soles (Velarde ganaba S/.41.600 y pasaría a S/.44.096). Y dos, porque el cargo del presidente del Banco Central en cualquier país del mundo es un cargo autónomo, ocupado por profesionales de altísimo nivel (aún así, conozco directores cuya función es vender perfumes o celulares que ganan lo mismo y todo bien). Por cierto, Velarde renunció ayer al incremento de su sueldo aunque no tenía por qué hacerlo.
Mientras tanto, el presidente no dice nada sobre los lobbies de Martín Belaunde Lossio, su exjefe de campaña, acusado por ayudar a empresas a ganar obras por más de 150 millones de dólares. Y tampoco sobre el supuesto aporte de los mineros informales a su campaña (en una entrevista, el dirigente minero Víctor Chanduví reveló que dieron al menos S/.3 millones y hasta oro al entonces candidato presidencial).