Un Cristo sin barba, con el cabello corto y vestido con una toga: grabada en un plato de vidrio del siglo IV, esta atípica representación, una de las más antiguas del cristianismo, fue descubierta por un equipo de arqueólogos en España.
PUBLICIDAD
Durante tres años, los investigadores fueron encontrando pequeños fragmentos de vidrio bajo los restos de un edificio destinado al culto religioso en el yacimiento arqueológico de la antigua ciudad ibero-romana de Cástulo, en el sur de España.
Pero fue en julio cuando hallaron unos pedazos que, “por su tamaño y por los motivos que contenían”, permitieron reconocer que se trataba de “un documento arqueológico excepcional”, explica a la AFP el jefe del proyecto, Marcelo Castro.
Una vez pegados, los fragmentos dieron luz a lo que los expertos consideran una patena, un plato destinado a contener el pan consagrado para la eucaristía, de vidrio verdoso de 22 cm de diámetro y unos 4 cm de profundidad, que pudo ser reconstruido a más del 80%.
Esgrafiada sobre él, la imagen de tres personajes con aureola: en el centro un Cristo imberbe, de pelo corto y rizado, sosteniendo una gran cruz en una mano y una biblia abierta en la otra; a sus lados dos apóstoles que podrían ser Pedro y Pablo.
Más que un retrato fiel se trata, según Castro, de un modelo artístico arcaico, denominado “alejandrino”, propio de una etapa temprana del cristianismo cuando, recién salido de la clandestinidad, atesoraba aún pocas imágenes.
“Este tipo sería desechado más adelante en la tradición cristiana y se preferirían otras formas de representar a Cristo, pero está presente en los primeros momentos del cristianismo”, después que gracias al emperador romano Constantino I (306-337) éste fuera legalizado y dejara de ser “una religión literalmente subterránea”, agrega.
PUBLICIDAD
Entonces la iconografía no estaba aún fijada y las patenas se fabricaban en vidrio y no en metales preciosos como posteriormente.
Para estos arqueólogos, que consultaron con grandes expertos en vidrio antiguo de España, Italia y Grecia, la pieza fue fabricada “en Roma, sin duda, posiblemente en Ostia que es donde se conocen en esa época los talleres de vidrio”, dice Castro.
Existen en el mundo algunas piezas similares, como un cáliz expuesto en el museo francés del Louvre y un vidrio dorado del Toledo Museum of Art de Ohio, en Estados Unidos, precisa.