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Cristianos iraquíes toman las armas para defenderse

Sharafya está en el norte del valle de Nínive. Los yihadistas fueron expulsados de allí a mediados de agosto pero se encuentran a tan sólo unos kilómetros de distancia, en la aldea de Tel Kef. Sólo un puñado de uniformados recorren las calles desiertas.

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A primera vista se parecen a los peshmergas, los combatientes kurdos, con su uniforme de color caqui y la Kalashnikov en bandolera. Pero se distinguen de ellos por el escudo que llevan en el tórax o bordado en una manga: la bandera asiria.

Estos hombres pertenecen a una nueva brigada asiria, un pueblo cristiano instalado desde hace milenios en el valle de Nínive. Formada el 11 de agosto, recibió el nombre de Dwekh Nawsha, “futuro mártir” en dialecto arameo local, y cuenta con un centenar de hombres, afirma el teniente coronel Odicho.

“Somos pequeños en tamaño pero grandes en fe”, precisó este mando militar que se dedica a formar nuevos reclutas, a los que les queda mucho por aprender.

2.000 voluntarios

Según el Movimiento Democrático Asirio, uno de los partidos políticos de la región, 2.000 hombres se presentaron voluntarios para luchar contra el EI, un grupo extremista sunita que ha cometido numerosas atrocidades contra la población civil y minorías como la cristiana.

Pero las armas, los uniformes y el entrenamiento escasean.

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Para intentar reforzar las filas, una delegación de asirios iraquíes viajó al Líbano para reunirse con las Fuerzas Libanesas (FL), la principal milicia cristiana durante la guerra civil en Líbano (1975-1990), afirmó a la AFP una fuente de las FL.

Samir Geagea, jefe de las FL, afirmó que su partido estaba preparado para “apoyar cualquier decisión tomada por los cristianos de Irak” para permanecer en el país, añadió la fuente.

La creación de brigadas cristianas en Irak recuerda a las de los asirios en la vecina Siria, donde formaron el Consejo Militar Siríaco, que lucha junto al partido YPG de los kurdos sirios para intentar derrocar al régimen.

A unos kilómetros de Sharafya se encuentra la ciudad cristiana de Al Qosh. Ningún miembro del EI entró en ella pero la población huyó en agosto, cuando los yihadistas se apoderaron de varios pueblos aledaños.

Abandonados por los kurdos

Entre las calles desiertas es imposible no dar con el edificio del Movimiento Democrático Asirio. El color violeta (el mismo que el del partido) contrasta con la capa de arena que cubre parte de la zona.

En el interior del inmueble, varios hombres uniformados están sentados en torno a unas tazas de té humeantes. Todos ellos son cristianos y en su mayoría civiles que decidieron quedarse para defender Al Qosh.

Nada más sentarse repiten como una letanía la misma idea: si estamos aquí es porque las fuerzas kurdas nos han abandonado.

Y cuentan la misma historia: el 6 de agosto por la noche, cuando los yihadistas avanzaron hacia los pueblos, los peshmergas se fueron sin prevenir a la población.

“Se fueron sin decírselo a nadie”, acusa Athra Kado, “dejaron a los hombres del pueblo solos”.

“Dos días antes, nos habían dicho que no necesitábamos armas, que nos defenderían”, añade uno de sus compañeros. “Los kurdos no nos han protegido, el gobierno iraquí no nos ha protegido”, asiente un tercero.

Un centenar de hombres patrullan por el día y permanecen alerta por la noche. Y eso que los peshmergas volvieron y vigilan la entrada del pueblo.

“Como a lo mejor huyen de nuevo, nos quedamos”,explica Athra Kado.

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